Las amenazas de internet

Internet ha llegado para quedarse, pero hay que mejorar los protocolos y las herramientas para evitar ciberataques

El nacimiento de internet fue saludado por muchos teóricos como una nueva utopía. Quizás un tanto ingenuamente, aseguraban que esta "gran autopista de la información" -así se le llamaba en sus principios- serviría para mejorar la comunicación entre todas las personas del globo, democratizar la información, facilitar la educación y un largo etcétera que redundaría en la emancipación del hombre, el gran sueño ilustrado. Décadas después, hay que hacer un balance mucho más modesto de la red de redes. Es cierto que internet ha mejorado muchas cosas de nuestras vidas y ha hecho sensiblemente más accesible la información, la comunicación y la cultura, tanto que hoy en día apenas podemos recordar cómo era nuestra vida hace apenas treinta años. Pero también lo es que internet se ha convertido en una fosa séptica donde el delito, el terrorismo, la pornografía más descarnada, la desinformación o las ideologías que incitan al odio han encontrado su asiento, el ecosistema perfecto que le permite actuar a escala global con una corta formación y una mínima inversión económica.

Paralelamente a estos problemas, últimamente está tomando protagonismo otro que está poniendo en jaque tanto a los gobiernos nacionales como a las grandes empresas: la ciberseguridad. Internet se ha convertido en un campo de batalla en el que se producen robos de datos, manipulaciones informativas, difusión de virus informáticos, etc. La certeza del FBI y la CIA de que Rusia ha intervenido por esta vía en el proceso electoral norteamericano nos lleva a un escenario en el que las democracias pueden ser altamente vulnerables. Ayer mismo saltaba a los titulares la intención de Holanda de que su Consejo Electoral contabilice manualmente los sufragios en los próximos comicios y comunicará los resultados vía telefónica ante la posibilidad de que un ciberataque que influya en los resultados finales.

Pero los ataques no sólo lo pueden sufrir los estados o las grandes corporaciones, sino también los ciudadanos de a pie. Cada día es más evidente que algunas centrales de inteligencia espían detenidamente las comunicaciones privadas de las personas. Aunque lo hacen con la excusa de la lucha contra el terrorismo o la delincuencia internacional, a nadie se le escapa que se puede estar acumulando información privada. Por tanto, es importante que tanto los estados como los ciudadanos seamos consciente de la vulnerabilidad de las comunicaciones en internet. No nos engañemos, la red de redes ha llegado para quedarse y el camino debe ser la mejora de los protocolos y las herramientas de ciberseguridad -aunque sea volviendo en algunos casos a métodos analógicos, como en Holanda-, así como la educación a los ciudadanos para que conozcan los peligros de internet.

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