Andalucía, un camino por recorrer

Desaparecido el centralismo, nuestro principal enemigo está en nosotros mismos, en la absurda rivalidad entre ciudades andaluzas

Es cierto que tras casi cuarenta años, la autonomía andaluza aún no ha logrado su objetivo fundamental: equiparar a nuestra tierra con las más avanzadas de España social, económica y culturalmente. Quizás porque durante mucho tiempo se pensó un tanto ingenuamente que el gran y único lastre de Andalucía era el centralismo de Madrid y nuestra dependencia de unos intereses totalmente ajenos a nosotros. La autonomía, según sus defensores más decididos, vendría a ser como el Bálsamo de Fierabrás que iba a acabar con todos los males: la pobreza, el analfabetismo, la ausencia de sanidad pública de calidad los complejos culturales... Evidentemente no ha sido así. Cuatro décadas después, Andalucía sigue teniendo problemas muy graves en aspectos fundamentales (educación, sanidad, empleo) del Estado de bienestar y casi todos los rankings en estos campos nos dan muy por debajo de las medias española y europea.

Desde el 28 de febrero de 1980 se han cogido muchos trenes, pero también se han perdido muchos otros. El balance de nuestra autonomía sólo puede ser agridulce. Porque si por una parte es indudable el avance económico y social de Andalucía, también hay que resaltar que no conseguimos reducir la brecha con las regiones más ricas. No es cuestión de hacer un discurso pesimista, sino todo lo contrario. Hoy por hoy, Andalucía es un camino por recorrer, un proyecto que sigue vivo y que es todo un reto para las generaciones presentes y venideras. Nuestro principal enemigo, una vez desaparecido el centralismo, se encuentra en nosotros mismos, en la continua y absurda rivalidad entre las ciudades que componen nuestra autonomía, siempre dispuestas al agravio y a la incomprensión hacia las necesidades de los otros. Más allá de una simbología que se pretende identitaria y que, a veces, se impone de una manera un tanto burda, las distintas Andalucías siguen haciendo la guerra por su cuenta, alimentando viejos prejuicios y rencores.

Nuestro entorno está lleno de incertidumbres para Andalucía: la espada de Damocles de una recaída en la crisis, el aumento de la desigualdad entre los ciudadanos, el soberanismo catalán buscando privilegios que marginen a otras regiones, el terrorismo yihadista -cada vez más cerca de nuestra tierra-... Son retos y peligros que ya nos están afectando y a los que hay que darles soluciones rápidas e inteligencias. Desde una mentalidad aldeana no lo conseguiremos. Sólo desde la unidad y la solidaridad podremos encontrar el camino.

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