Desde la ribera

Luis J. Pérez-Bustamante

La vergüenza de las naves

DICE Rafael Gómez, desafiante y retador, que las naves de la Colecor son suyas -"ustedes creéis que son de mi prima la pelá"- y que no las va a demoler porque "sería absurdo y contraproducente". Y se queda tan pancho. El histriónico propietario de UCOR y líder de Arenal 2000 -¿o es al revés?- vuelve a lanzar su enésimo reto a sus compañeros de corporación, a la Junta de Andalucía, a la ley y a quien se le ponga delante para dejar claro que él hizo lo que hizo porque le dejaron -algún día debería decir claramente cuándo y cómo se sentó con Rosa Aguilar y Andrés Ocaña si es que esto es cierto- y que su intención no era más que crear empleo para Córdoba, por lo que no hay motivo alguno para modificar ni un ápice de su construcción. Además, el empresario afirma que a él no le han dejado hacer lo que a otros y vuelve a denunciar una especie de cacería en su contra. Dicho con sus palabras: "Aquí vienen los franceses y les ponemos el culo". Y se queda tan pancho, otra vez.

Que Rafael Gómez tiene una concepción laxa de la legalidad no es algo que nos sorprenda a estas alturas y por eso es inútil intentar explicarle que él construyó 40.000 metros de naves en un espacio con protección, que lo hizo sin papeles y que debería afrontar las consecuencias. Lo que es más grave es la lamentable actitud de los restantes grupos municipales del pleno cordobés. Empezando por el PP, que ahora que es gobierno apoya el mismo plan ante el que se abstuvo en 2010 -"no podemos dejarlo dormir eternamente", Luis Martín dixit-, y pasando por IU y PSOE, que llevan años intentando sacar adelante esta ilegalidad con argumentos poco creíbles y menos serios. Es una auténtica vergüenza que desde el Consistorio se amparen estas conductas ilegales al mismo tiempo que a cualquier hijo de vecino le meten un paquete de no te menees si pone más mesas de las debidas en su bar, aparca donde no le corresponde o se retrasa quince días en abonar el IBI. Es una vergüenza que desde el Consistorio se ampare esta ilegalidad y encima se encojan los hombros y se ponga cara de pez para justificar la decisión.

Ahora toca ver quién recurrirá el plan de las naves, seguro que algún vecino lo hace, y contemplar si la Junta es capaz de mantenerse en sus postulados de siempre o cede a los deseos del partido -apuesto por esto-. Vivimos por momentos en una ciudad de cachondeo en la que se practica la ley del embudo y se pretende hacer ver a los ciudadanos que legalizar lo ilegal es el mejor camino. Una vergüenza.

Por cierto, no se olvide usted de ir a pagar su multa, que, como la de Gómez no va a llegar a la caja, hay que tapar con su dinero los agujeros presupuestarios.

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