Tinta y borrones

Aquel verano

Este será el verano del terrible atentado de Las Ramblas, el de Juego de Tronos o el de Doñana

Aunque el sol sigue pegando -y lo hará con más fuerza estos días- el verano empieza a ser para muchos un vago recuerdo que prácticamente ha quedado casi olvidado tras la primera mañana en el trabajo. La vuelta a la rutina, casi siempre sin quererlo, entierra cualquier intento de aventura, novedad o riesgo que entraña el verano, en el que cada día depara algo nuevo, donde ningún día es igual que el anterior. Este verano será recordado para algunos como el del primer beso, el del primer amor, el verano en el que se dejaron los miedos atrás. Será, para otros, el verano del viaje que cambió su vida para siempre, el del reencuentro con las raíces, el del viaje del vuelta para no irse nunca más. También, por qué no, el verano en el que se atrevieron -bendita decisión- en el que se dejaron atrás las cargas, en el que se empezó una nueva vida. Porque si algo tienen los veranos -y el fin de ellos- es que parece un tiempo en el que todo está permitido, en el que se toman las mejores decisiones. Es ese tiempo en el que se puede probar, hacer y no pasa nada, porque se acaba y es como si todo volviera a empezar, también la propia vida, de la que se ha conseguido escapar, con suerte, dos meses o quince días. Algo es algo.

Este será el verano del terrible atentado de Las Ramblas, en Barcelona. De las lecciones que aprendimos ante tanto horror, de las que se seguiremos aprendiendo, a lo que nunca nos acostumbraremos. El del humor ante la amenaza, el de no tengo miedo, el de la unión aunque fuera sólo por algunos momentos, demasiado poco tiempo. O será el verano de Juego de tronos -algunos seguimos siendo la resistencia-, del fuego de Doñana que nos encogió el corazón, de las altas temperaturas, otra vez, las más altas de la historia.

Sea el que haya sido para cada uno, el verano se acaba. Y se puede afrontar como el fin o como el inicio de todo. El 31 de agosto y todos los comienzos de septiembre dan una tregua a las luchas internas y una oportunidad para retomar el rumbo, marcar la dirección, mantenerse a flote. Quizá haya que esperar un tiempo para una noche de perseidas, para un baño en las aguas cristalinas de Cádiz, para una fiesta hasta el amanecer. Quién sabe, quizá todo eso haya puesto los cimientos de un nuevo inicio que promete y puede ser incluso mejor que el verano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios