El vaporoso discurso

La Junta no tiene el más mínimo interés en que Córdoba pueda competir con Sevilla en su oferta contemporánea

La radio me trajo ayer sin yo buscarlo el discurso de la consejera Rosa Aguilar durante la presentación del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, que así es como se llama ahora, tras tanto ridículo y tanto vaivén, lo que en sus inicios se conoció como el C4. La exalcaldesa, fiel a sí misma, optó allí por ese estilo tan característico suyo, vaporoso y semilíricio, en el que parece que dice mucho pero que luego, si se masca un poco, se concluye que no dice casi nada. Latiguillos como "hacer futuro", "proyecto de ciudad" o "unir las dos orillas" que a uno le traen recuerdos de cuando era más inocentón y joven y asistía ilusionado, comienzos del siglo XX, al afloramiento de la Córdoba de las maquetas que luego, con los años, habría de quedarse en nada. Una Córdoba que en la otra orilla iba a tener un Palacio del Sur de vanguardia para pasmo del mundo, un Museo de Bellas Artes en condiciones y un Centro de Arte Contemporáneo y que al final acabó por tener tan sólo este caro edificio en el que la falta de ideas, la crisis y las rencillas culturetas interprovinciales e intrasocialistas acabaron por tener cerrado durante años. La consejera, al fin, anunció ayer que abrirá sus puertas, y que lo hará en diciembre. Plazos concretos, que en esto de la política son bien escasos y que contrastan con la abstracción de un proyecto que, con su apertura ya inminente, sigue sin definirse y sin levantar espectación alguna en un mundo de la cultura que sabe desde hace tiempo que la Junta no tiene el más mínimo interés por convertir a Córdoba en una ciudad que pueda hacer algún tipo de competencia a Sevilla en cuanto a su oferta contemporánea.El trasfondo de esta historia estuvo ahí, aunque nunca se dijese, así que ya, una vez aprendida la lección, sólo queda que lo abran, le nombren director y dejen trabajar para ver si él, o ella, es capaz de sacar del naufragio el pecio que los políticos junteños hundieron. Sería un leve alivio para esta zona Sur de una ciudad proyecto que une sus dos orilllas y se abraza a un río que ayer, bajo el verbo vaporoso rosaguilarense, parecía mismamente el Támesis.

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