Tinta y borrones

Los últimos

Defender estas cuentas y criticar las de la Junta, y al revés, como hacen los políticos, es decepcionante

La repetición de elecciones, el tiempo empleado en la formación de Gobierno y las negociaciones para garantizarse los apoyos retrasaron este año la presentación de los presupuestos -que suelen ser tras el verano- a la primavera. Distinta época pero mismo día fatídico en el que una vez más se comprueba lo que Córdoba pinta en el conjunto de España. Que sí, que tenemos un patrimonio histórico que más quisieran otras, que nuestra situación geográfica es envidiable y que somos la ciudad mejor conectada por la alta velocidad (lo del aeropuerto ya es otra cosa). Quizá por eso todas las administraciones abandonan a su suerte a una provincia con una de las tasas de paro más altas. ¿Qué más queréis?, pensarán los que se encargan de poner negro sobre blanco los números que cada año nos corresponden. Córdoba repitió por segundo año consecutivo como la provincia con menos inversión por habitante. 73 euros por persona que poco tienen que ver con los 1.600 que recibe uno de Orense. No están bien las comparaciones, pero a veces son necesarias para entender el papel de cada uno.

¿Qué hemos hecho los cordobeses para merecer esto? Básicamente contar con una clase política que sigue a lo suyo, por mucho que pregonen el bien común. Porque salir a defender unas cuentas raquíticas cuando hace unos meses se estaban criticando los presupuestos de la Junta es poco coherente. Al igual que es decepcionante ver ahora criticar y pedir que se alce la voz a los mismos que se callaron al ver las partidas de la Administración autonómica. Todos continúan en su papel, el que le manda el partido, sin dar un paso al frente para exigir lo que corresponde y se echan la culpa los unos a los otros de la escasa inversión que nos llega. Y lo peor es que la situación no cambiará, a menos a corto plazo, y tenemos todas las papeletas para seguir siendo el farolillo rojo de las cuentas del Estado.

Hay otra estadística en la que sí somos líderes -bueno, por detrás de Jaén- y es en la de cordobeses que nacieron aquí pero viven fuera. Unos 250.000 han hecho las maletas, en busca de una oportunidad o persiguiendo a alguien, pero el hecho es que se fueron. Y mientras que aquí no cambien las cosas seguirá habiendo cordobeses empujando el equipaje y probando suerte en otro lugar. En Orense, por ejemplo.

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