Vieron la luna? ¿La vieron? Loco me tuvo dos días. Semana y puente constitucional. El debate ya va para una década y parece que después de mucho insistir hemos decidido sentarnos para hablar y estudiar si hay algo que decidir, no vaya a ser que tomemos decisiones a lo loco. O peor aún, que hablando y hablando lleguemos a conclusiones que no habíamos previsto antes de hablar y la liemos parda. Y es que todo son inconvenientes. Todo. Con lo de Cataluña ahí y Pedro Sánchez empeñado en abrir el melón. Que no habrá otro momento. ¿Y no será que una actualización del texto constitucional pueda ayudar a buscar nuevos marcos? Que no. Que antes de sentarse hay que saber qué se quiere cambiar. Vaya a ser que hablando… nos pongamos creativos y… Ya saben, "en la vida conviene ser serio".

Pues sí. Esto define perfectamente lo que denominamos un espíritu conservador. Tan conservador que en su momento un tercio de sus diputados votaron en contra del texto actual. ¿Demasiado comprensivo con la realidad territorial de España? Hoy se nos llena la boca cada telediario en un firme reconocimiento de que la actual Carta Magna ha propiciado un marco de convivencia y prosperidad en nuestro país durante las cuatro últimas décadas… Y no seré yo quien lo niegue. Si les digo la verdad, en lo que a mí respecta me parecería un salto enorme que se cumpliese la vigente. Derecho al empleo, a la vivienda digna… Si después de todo tampoco se cumple, no sé yo a qué tanto drama.

Ahora bien, reconozcamos que los cambios importantes en este país siempre han venido del lado progresista cuando ha contado con el respaldo electoral suficiente para vencer la resistencia conservadora. Una vez conseguido el avance, queda consolidado. Las resistencias en algunos casos, como el matrimonio igualitario, se dejan morir en el Tribunal Constitucional, en otros como el texto que nos ocupa, se une a la bandera, haciéndose uno. Y de la noche a la mañana se convierten en una seña de identidad de la derecha española. Que no le cuenten monsergas, querer actualizar nuestra Constitución no significa querer menos a España. Todo lo contrario. En este caso, un nuevo resultado electoral no garantizaría un cambio. Existe, y es bueno, la necesidad de una mayoría cualificada para su modificación y algo que entiendo fundamental, su posterior refrendo por parte de la ciudadanía. Con lo cual, creo que perdemos el tiempo en el que evitamos hablar como adultos. ¿Qué hay que esperar para empezar? ¿Una amenaza desde los poderes europeos? Eso parece funcionar con precisión alemana.

Como decía Luis Alberto Spinetta, "tu tiempo es hoy".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios