Las dos orillas

José Joaquín León

El teléfono de Bibiana

HAY asesores y asesoras que te pueden arruinar. Bibiana Aído lo está sintiendo después de su primera y pintoresca intervención en el Congreso de los Diputados y Diputadas. Abrumados y abrumadas como estábamos por la huelga del transporte que ya ha dejado un muerto y un herido grave en los piquetes, acongojados y acongojadas por el desabastecimiento de las gasolineras que amenaza el finde, preocupados y preocupadas porque la gente se ha lanzado a los supermercados como si vinieran cartillas de racionamiento, alucinados y alucinadas viendo que Zapatero hace como que esto no va con él, ni con sus ministros y ministras. Pues en esa tesitura que decimos, que debe ser culpa de Trichet (derivado de trincá, ¡qué buen nombre para el banquero del Beni!), en ese momento tan delicado para los españoles y españolas, apareció Bibiana en el Congreso de los Diputados y Diputadas, y presentó sus primeras medidas, que incluían un teléfono público "para canalizar la agresividad" de algunos hombres maltratadores que no tienen asumida la masculinidad del siglo XXI. Y también soltó lo de los "miembros y miembras".

Conozco a Bibiana Aído lo suficiente para saber que ella no es así. Le perjudica este Ministerio de Igualdad, que no sirve para nada, y donde tendrá asesores y asesoras altamente peligrosos y peligrosas, que la llevan por el mal camino de las sandeces. Ya le colgaron el sambenito y la sambenita de ser la ministra más joven. Y en dos días ha pasado de ser "la sonrisa del régimen", como escribió Ignacio Martínez, a ser el cachondeo del régimen, la caricatura para distraer mientras hay piquetes con muerto incluido, se quedan desabastecidos los supermercados y desabastecidas las gasolineras. Bibiana va camino de recoger el testigo de María Antonia Trujillo, la ministra que se tomaban a chufla en la legislatura anterior. Porque Bibiana se ha convertido en una mina para los tertulianos y tertulianas, para los columnistas y las columnistas. No sólo porque hemos pasado del teléfono de la Esperanza (que no tenía nada que ver con Aguirre) al teléfono de Bibiana para maltratadores, sino porque la ministra cuando puntualiza lo que ha causado hilaridad lo deja aún peor, como ha pasado al proponer que la palabra miembra se incluya en el diccionario.

¡Ay, Bibiana! Con lo bien que estabas en la Agencia del Flamenco, y lo mejor que hubieras estado de consejera de cualquier cosa en la Junta, ¿quién te mandaría irte a Madrid, donde hay tantos malos y malas que no entienden tu teléfono? Sobre todo porque te obligan a hablar por duplicado, como si fueras tartajosa de la Igualdad, y a defender cosas indefendibles, y a servir de cachondeo para que el jefe pase desapercibido con la que está cayendo.

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