CON un ligero retraso, los Reyes Magos dejarán el miércoles, junto a los calcetines de la ciudad, el regalo de la reforma del Puente Romano. Ese día se abrirá un nuevo capítulo en la polémica que se inició en noviembre de 2006 cuando a raíz de una visita triunfalista de la Junta a las obras que cruzaban su ecuador descubrieron los periodistas que aquel pavimento no pegaba ni con cola. Se inició la batalla del granito rosa -cuando en realidad lo que chilla es el corte del granito, no su color- en donde IU en un primer momento, el PP siempre y una estentórea parte de la ciudadanía criticaron la actuación dirigida por Juan Cuenca. Ahora, cuando a partir del miércoles se abra al público, se sabrá quien lleva razón. Lo del Puente Romano sí que es un buen regalo de Reyes, aunque con retraso. La ciudad de las polémicas eternas reavivará una de las que más éxito han tenido en los últimos años.