El fuste

Jesús Cabrera

La reforma de Capuchinas

DURANTE un tiempo, cada vez que se anunciaba la reforma de una plaza, lo mejor que se podía hace era rezar para que no se cumplieran los malos augurios que, finalmente, siempre acababan cumpliéndose. Daba igual la administración que pagase los trabajos, porque el resultado era siempre el mismo: granito. La plaza de la Compañía pasó de estar tomada por los coches a serlo por un elemento que da de todo menos alegría a esta zona. La plaza de San Nicolás perdió su encanto regionalista a cambio de una estética ciclópea y extraña a estos lares. Qué decir de la plaza Juan Bernier -ahora en reforma- o de Santa Marina, bautizada jocosamente como la plaza del Tetris. Afortunadamente, esto es ya historia, porque en la Gerencia Municipal de Urbanismo han decidido cambiar el rumbo. La semana pasada informaban del proyecto de reforma de Alfonso XIII que contempla una intervención en la plaza de Capuchinas. El compromiso es claro al señalar que en la misma "se mantendrán pavimentos, bordillo y mobiliario". Uf, menos mal. También se conservarán los árboles y se repondrá una palmera que cayó una tarde de tormenta partiendo uno de los bancos. El monumento a Osio también será limpiado y restaurado, recuperando la parte inferior del báculo que ya ni se sabe cuándo se perdió y que convierte a esta escultura en una de las más extrañas de la ciudad, porque no tiene sentido lo que porta en su mano izquierda.

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