En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

MI querido amigo Julio

Mi querido amigo Julio: Llegan estas fechas y mi mente vuelve a trasladarse a aquellas tantas y tantas Semanas Santas de Belalcázar (Córdoba) que desde niños compartimos juntos. Para nosotros, nuestra Semana Santa era la más grande de España y estábamos convencidos de que las cofradías de Jesús de la Salvación, Jesús Nazareno y nuestra Santa Vera Cruz podían llegar a ser aún más grandes de lo que eran. Estábamos convencidos, sí, pero tú más aún. Como si de una profecía se tratara, recuerdo aquel día en el que apenas podíamos aguantar las carcajadas en aquel programa de radio que hacías conmigo en la emisora municipal cuando el entonces hermano mayor de la Vera Cruz, Lorenzo Vigara, llegó a decir todo convencido que la Semana Santa de Belalcázar no tenía nada que envidiarle a la de Sevilla. ¿Pero qué está diciendo este hombre?, pensamos los dos. Nos reímos en antena, sí, mientras él nos miraba con cara de sorpresa, pero tú, sin saberlo te empezaste a creer que Lorenzo estaba en lo cierto, que no exageraba. Siempre decías que las Semanas Santas de todos los pueblos y ciudades son tan distintas como igualmente importantes para quienes las viven. Después de aquello empezaste a salir de costalero el Martes Santo en la capital y comenzaste a empaparte de la Córdoba cofrade, para luego continuar tu particular ruta procesional del Jueves y el Viernes Santo en Belalcázar. Tanto te empapaste de esos aires nuevos que te convenciste de que las procesiones de la Salvación, el Narareno y la Santa Vera Cruz tenían que cordobizarse, convertirse en lo que en la capital llaman estaciones de penitencia. Ya era hora de que los pasos llevados en parihuela entre cuatro portadores o por ruedas se convirtieran en pasos de misterio y de palio como Dios manda. Había que empezar por ahí y un día me dijiste que ibas a proponerle a las cofradías esos cambios. Yo consideré que ese milagro no iba a ser fácil, pero tú estabas convencido de que podía hacerse realidad, y se hizo.

Desde finales del pasado siglo la Semana Santa de Belalcázar nada tiene que ver con lo que era y buena parte de esa bendita culpa la tienes tú. No obstante, sería injusto no citar a las juntas directivas de las tres cofradías, que apostaron por esos cambios que les planteaste. Siempre fuiste muy humilde y estoy seguro de que tú jamás te colgarías los galones de haber engrandecido a esa cita procesional en la que las distintas imágenes de la Pasión salen a la calle cronológicamente, dirías que fue cosa de las cofradías.

Mi querido amigo, aunque por desgracia para todos los que tuvimos la suerte de compartir nuestra vida contigo, el Nazareno te quiso demasiado pronto a su lado, estoy convencido de que este Jueves y Viernes Santo volverás a estar a mi lado, al lado de los que te echamos mucho de menos.

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