EN el contexto de una grave crisis económica que afecta a España con mayor intensidad que a otras naciones del entorno, el Gobierno se enfrenta a una situación de debilidad parlamentaria que parece sorprendente. Zapatero se ufanó de no pactar su investidura con ningún grupo parlamentario, sacándola adelante en segunda votación gracias a la mayoría relativa socialista. Meses después, con la crisis en pleno estallido y Rajoy consolidado al frente de un Partido Popular centrista al que no es fácil aislar, el Gobierno, que ya ha perdido votaciones en el Congreso, tiene serias dificultades para aprobar los presupuestos del Estado para 2009, ya que sus aliados preferentes de la anterior legislatura (IU, ERC) han perdido escaños y reducido notablemente su fuerza parlamentaria, y los grupos nacionalistas que en otro tiempo han dado estabilidad a la política nacional (CiU, PNV) han elevado el nivel de sus exigencias hasta extremos inasumibles. Zapatero pudo constatarlo ayer en sus encuentros con los líderes parlamentarios. El portavoz del nacionalismo catalán, Duran Lleida, proclamó lo que era un secreto a voces de la política nacional: no habrá presupuestos si no hay financiación. Es decir, CiU no dará sus votos a los presupuestos que presente el Gobierno si éste no concede a Cataluña el cambio que pretende en el sistema de financiación autonómica que acaba de definir el vicepresidente Solbes, cambio, naturalmente, a favor de los intereses catalanes y en perjuicio de los de otras comunidades autónomas, como la andaluza. Lo peor de todo -para el Gobierno- es que esta reivindicación nacionalista la comparte el gobierno de la Generalitat, con el socialista José Montilla al frente, y abanderando la exigencia. Por su parte, el portavoz del Grupo Vasco, Josu Erkoreka, ha puesto el listón también muy alto, aunque en otro sentido: Zapatero debería ordenar que se suspenda al recurso del Gobierno contra el referéndum ilegal e ilegítimo convocado por Ibarretxe. Si éste es el requisito para que el PNV apoye los presupuestos de Zapatero, es evidente que no puede cumplirlo. Los presupuestos están en el aire.

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