El Partido Socialista Italiano se fundó, como el PSOE, a finales del siglo XIX y fue durante el siglo pasado un partido central en la política italiana, con importantes responsabilidades de gobierno. Acosado por la corrupción, hoy no existe. Ningún italiano se lo habría podido imaginar en los años 80, con un Bettino Craxi, corrupto convicto y confeso y gran amigo de algunos importantes socialistas españoles del momento, todopoderoso y gobernando el país transalpino. El llamado Partido Socialista Obrero Español -cuatro palabras y ninguna verdad- corre el mismo riesgo, y no es descartable que corra la misma suerte que el italiano, víctima de un suicidio colectivo a manos de Pedro Sánchez.

La pésima opinión política que tengo de Pedro Sánchez no me impide reconocerle un coraje notable, una voluntad férrea y haber conseguido, pese a sus reiterados fracasos electorales, enganchar a una parte muy importante de su partido. Es impresionante el número de avales conseguidos, apenas unos miles menos que una Susana Díaz apoyada por la gestora, con todos los resortes que ofrece ostentar el poder en Andalucía y con el apoyo de casi todos los presidentes autonómicos socialistas. Ha sido la más avalada, sí, pero la sensación de fracaso es evidente. Pedro Sánchez no sólo no está desahuciado, sino que amenaza con alcanzar la secretaría general y dinamitar el partido.

Los resultados de Susana Díaz, aunque se empeñen en convencernos de lo contrario, son muy preocupantes para ella, no sólo por la evidente animadversión que genera en todo el norte de España, sino también por los obtenidos en sus dominios. Que cerca de un treinta por ciento de los militantes andaluces hayan avalado a Pedro Sánchez es, además de sorprendente, un serio aviso a la presidenta Díaz. También el socialismo andaluz está fracturado, parte de la militancia ha perdido el miedo al poder omnímodo del aparato y su autoridad y credibilidad como lideresa indiscutida está en entredicho, anunciando el fin de una época, casi de un régimen.

Al final ganará Susana. Es sin duda lo menos malo para los socialistas y para la estabilidad del país. Patxi López, imbuido en el muy socialista concepto de la cultura de partido, decantará la contienda a su favor pese a los cantos de sirena de Sánchez. Pero la herida está abierta, es profunda y está infectada. El PSOE está en peligro de extinción.

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