Yo, al igual que hizo hace unos días el presidente de Cáritas Diocesana España, Manuel Bretón, en un foro organizado por este periódico y patrocinado por el Cabildo Catedral de Córdoba, quiero romper una lanza a favor de las organizaciones voluntarias. Como él, quiero reivindicar "el papel insustituible de las entidades sociales como casa de la solidaridad, donde millones de voluntarios y cientos de miles de trabajadores dan cada día lo mejor de sí mismo a los empobrecidos". Porque, como Manuel Bretrón, tras los escándalos que han salpicado a la ONG Intermon Oxfam, donde miembros del personal de esa organización contrataron en 2011 a prostitutas, entre las cuales habría menores, defiendo que "los errores y las malas praxis que se hayan podido cometerse no pueden generalizarse como norma de comportamiento para descalificar al conjunto de quienes, desde el anonimato de su generosidad, representan lo mejor de la condición humana".

Y en estos días en los que se están proponiendo himnos -me refiero al pseudonacional de Marta Sánchez para España- me voy a aventurar a proponerle a la propia Cáritas, Cruz Roja o a otra ONG que lo quiera hacer suyo que adopte como himno la canción En mi pecho, de El Último de la Fila. Los versos de ese tema incluido en el LP de Quimi Portet y Manolo García Nuevo pequeño catálogo de seres y estares define muy bien lo que siente cada uno de esos voluntarios al donar a los necesitados ayuda material o inmaterial, a veces, esta última, la más importante y demandada por ellos. Un himno que empieza: En mi pecho, corazón, late libre, sin temor / Déjame ser verso de amor, la devoción de un amigo / Mucho tiempo sombra fui, en mí mismo me perdí. De ti aprendí a ser la mano que da sin recibir, generosa y leal (estrofa que podría explicar la iniciación del voluntario en Cáritas y lo que siente que la organización le ayuda a él mismo). Para continuar: ¿Qué es la vida? absurdo trajín / Dame alma, calor / Ser tan limpios como la nieve que cae / Todo tiene quien todo da (estrofa que explicaría lo que el voluntario siente cuando lleva a cabo esa su generosísima labor con los necesitados). Seguir: Nada espero, nada sé / nada tengo, sólo fe / Y donde estemos, saber estar; aunque sea ingenuo, no codiciar / Nunca ceder ante la adversidad / Quiero tener la alegría del que está en paz (estrofa que es muchísimo más que una declaración de intenciones para convertirse en toda una forma de vida). Y finalizar: Mis cadenas he de romper / fuera penas, amargas como la hiel (epílogo perfecto que describe ese dar sin esperar nada a cambio que practica el voluntario con un compromiso que no parece de esta época). En este punto vuelvo a hacer mía una de las tesis de Manuel Bretón respecto "al compromiso sin condiciones de Cáritas" en un mundo en el que "la falta de compromiso es lo que caracteriza a la sociedad: en las relaciones, en la pareja, la familia, en la política…".

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