Rosa Colmenarejo. Paisajista

Los patios y la magdalena de Proust

UNO de los episodios más emocionantes de la novela de Proust En busca del tiempo perdido es el relato sobre las emociones que despierta el aroma de una magdalena mojada en té caliente. Un hecho cotidiano se transforma por arte de la memoria en una experiencia estética que remite al amor de una madre, su beso de buenas noches, a escenarios concretos de la infancia y los sentimientos de sosiego y consuelo que encontraba el protagonista en ese momento mágico: Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té.

He leído muchas magdalenas mojadas en té en estos días en los que los patios llenan hojas de periódicos, ediciones digitales, redes sociales y conversaciones a pie de calle. Emociones y experiencias personales conforman información de primera mano sobre la vida vivida en los patios más allá de catálogos, fórmulas de gestión e instituciones implicadas. Hablan desde la emoción quienes han vivido la fiesta y los patios en su infancia, o desde entonces, quienes han incorporado las casas patio a su forma de vida, quienes descubrieron un día su encanto y, a pesar de sus muchos inconvenientes, siguen aferrados a su casa-patio como una línea directa a un tiempo que ineludiblemente pertenece al pasado.

Pero vayamos al grano: ¿Podrían las emociones crear riqueza? Éste es el quid de la cuestión. Si damos por buena la expresión de Mahbub ul Haq, impulsor de los informes de desarrollo humano de la ONU, "la verdadera riqueza de las naciones es su gente", y convenimos que la gente somos una fuente inagotable de emociones, tanto en nuestro inextinguible afán creador como al disfrutar de lo que otros, o la naturaleza, hicieron; entonces es posible afirmar que, para generar riqueza, una interpretación de los patios debería realizarse a partir de la ética que emana de estas emociones. Ética deriva de los términos griegos êthos y éthos. El sentido fundamental y más antiguo de la primera de ellas alude a "residencia", "morada", al "lugar donde se habita". La ética trata sobre lo que valoramos en nuestra forma de estar en el mundo con otros, entendiendo el mundo como un lugar de convivencia. Éste es el carácter más genuino y auténtico de los patios porque así se explica el sentido último de los trabajos que realizan de forma "desinteresada" sus moradores.

La hermenéutica es un método de investigación filosófica que tiene como objeto la interpretación de los textos. Trata de superar la lectura rápida mediante una lectura de visualización reflexiva en busca de múltiples señales ocultas. Más específicamente, la hermenéutica ambiental propone que es posible una interpretación de los entornos en los que habitamos como si de textos se tratase, y que esta interpretación se sustenta esencialmente en las emociones, reconociendo así que no es posible aprehender de una vez para siempre lo que un lugar puede llegar a significar para cada uno de nosotros.

Es la ética quien debe ocuparse de estructurar un plan de gestión sostenible e integrador de los patios como patrimonio. Es la hermenéutica quien puede facilitarnos las herramientas más precisas para interpretar tipologías arquitectónicas, biodiversidad botánica o pavimentos, de un modo que supere la mera catalogación de bienes. También la antropología y la sociología son imprescindibles para analizar las estructuras sociales y sus formas de hacer. Sólo después podremos hablar, digamoslo crudamente, de un plan de negocio turístico, que será consecuencia de estos planteamientos previos. Esto evitará incurrir en el error, tan habitual, de considerar la ciudad como un escenario de cartón piedra, según lo interpretó Berlanga en Bienvenido Míster Marshall: un lugar para mostrar pero no para pasear y ser vivido. Parafraseando a la filósofa Martha Nussbaum, Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales 2012, podría decirse que Córdoba, como la democracia, necesita urgentemente de las humanidades para comprenderse. Los patios son una excelente oportunidad para mostrar y mostrarnos, que es posible una gestión en la que las personas y sus capacidades ocupen el lugar central. Entonces sí, las emociones crearán riqueza.

**El resultado que propongo es... para generar riqueza, una interpretación de los patios debería realizarse a partir de la ética que emana de las emociones.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios