En este país hubo una guerra. Tras la guerra una represión donde se mataron a miles de españoles, entre ellos al alcalde de esta ciudad, y cuarenta años de dictadura. Es un hecho. No una opinión. Pasadas dos décadas el Congreso de los Diputados aprobó una ley, hoy vigente. El Parlamento andaluz hizo lo propio. Las leyes o se cambian o se cumplen. No se cumplen un poquito. No se cumplen cuando nos conviene y se dejan de cumplir cuando no. Es simple. En una democracia moderna las leyes emanan de las cámaras que hemos elegido y las administraciones públicas son las primeras obligadas a cumplirlas. Fin.

Fíjense, que yo pensé que estábamos reconciliados y lamento una vez más, una polémica que debiera estar superada. En otros países donde también sucedieron cosas terribles lo han conseguido. Se ve que aquí, a pesar de haber legislado, se hace difícil. He leído a algún representante público en su perfil de Twitter volver a mencionar las dos Españas. Yo, había entendido que desde hace años todo había confluido en un Estado democrático. Que todos estábamos de este lado. Cuentan que en el pleno del ayuntamiento celebrado el pasado miércoles hubo algún momento de tensión. La derecha de la ciudad, con cierta tendencia a calentar el ambiente, tras dedicar la semana a recoger firmas, hizo un inusitado alarde de convicción democrática, donde creo entender que el planteamiento es que una ley, puede aplicarse o no, en función de una votación más o menos reducida. Resultaría cuando menos curioso extrapolar ese criterio al conflicto que tenemos abierto en el noroeste peninsular.

Desde mi humilde punto de vista la convicción democrática se demuestra compartiendo, o al menos aceptando, que el nombre de nuestras calles no puede rendir tributo, no puede ser el reflejo, de uno de los periodos más oscuros y reaccionarios de nuestra historia. Y me temo que cierta herencia cultural se mantiene presente a la hora de enfocar los debates. Permítanme que exprese mi preocupación por el #nometoques. En España, ese hastag todo el mundo sabe como termina, hagan la prueba para ver que les sugiere Google. No suena bien. Hasta donde yo sé, las calles no pertenecen a quienes piden la firma, las calles representan un espacio público compartido que pertenece a todas y todos. Y añado, y ahora sí es una opinión, un espacio del que no debiéramos avergonzarnos cuando nuestro hijo nos pregunte porqué se llama así.

Parece que la Junta de Andalucía ha dado luz verde y la próxima semana podrían comenzar los trabajos en las fosas comunes de los cementerios cordobeses. Buena noticia. Paso a paso.

https://youtu.be/NI30DlOcmC4

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