Si hay dos partidos numantinos, esos son el PP y el PDeCat. Populares y antiguos convergentes son tenaces. Lo niegan todo, como Joaquín Sabina. Incluso la verdad. El PP niega la corrupción institucional de su organización. Y ha montado una función en el Senado para incriminar a todo bicho viviente para vengarse de la comisión de investigación del Congreso que intenta hacer algo de luz sobre cheques, maletines, cajas B, sobres, financiación ilegal, pagos en negro, destrucción de ordenadores, saqueo de empresas públicas o mordidas millonarias en cuentas suizas.

La lista es larga, como las decenas de procesos judiciales con implicados de primera fila en Valencia, Baleares, Madrid, aquí y allá. Pero lo niegan todo. Y sus contables no son como los de Al Capone. Estos no cantan, porque son mudos, o la sordera no les deja enterarse, o les falla la memoria y no se acuerdan de nada. Todo está atado. (Para esto sirve el Senado, una Cámara de dudosa utilidad institucional, con un enorme déficit democrático: con el 33% de los votos, el PP ocupa el 62% de los escaños. Luego criticamos que el procés se conduzca con la mitad de los escaños del Parlament y menos de la mitad de los votos… A esta comisión de investigación senatorial, nubes oscuras como tinta de calamar, que ha montado el PP le falta coherencia y un mínimo sentido del pudor).

Los convergentes, que se esmeraron también en el abuso de los bienes públicos, siguen la misma estrategia negacionista sobre la corrupción. Rechazan toda vinculación con los manejos de la Famiglia Pujol y no saben nada sobre el 3%, Adigsa, las ITV o el caso Palau. Y ya que están rebatiendo todo, también han negado hasta esta semana que hubiese discrepancias en el seno del gobierno sedicioso catalán. Las había; ya han pulsado el sillón eyectable de cuatro consejeros tibios con el referéndum ilegal. El plan de la consulta es una enorme provocación: independencia con un voto más, sea cual sea la participación. El PDeCat ya ha entregado a Esquerra el liderazgo de la operación contra el Estado. Pero no es una aceptación de debilidad moral, por su deshonestidad en la gestión de los asuntos públicos. No. Lo ha hecho por miedo a las consecuencias penales y patrimoniales por lo que ocurra… Paisaje desolador.

No son los únicos irreductibles. Hay más hispano españoles en España. El joven dirigente de IU, Alberto Garzón, se descolgó con un tuit tras la liberación de Leopoldo López en Venezuela que dejó ver su perfil de adolescente sectario. Garzón calificaba al preso político ¡de golpista! He aquí a un dirigente muy sobrevalorado. La semana nos ha dejado varios ejemplos más de la intolerancia. Tanto la torpeza de Carmena aduciendo que no hay que destacar a Miguel Ángel Blanco sobre otras víctimas de ETA, como los pitos a la alcaldesa de Madrid cuando participó en un acto de homenaje. Nubes oscuras, paisaje desolador. No salimos de la Quinta del Sordo. Del duelo a garrotazos.

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