EL visitante que llegue a España tiene todas las papeletas para regresar a su país listo para la visita a un psiquiatra. Aquí somos capaces de causarle tales daños neuronales que no se recuperará en la vida. Si el turista viene atraído por la cultura es lógico que se dedique a visitar museos. La criaturita no se extrañará de que en el primero que visite le soplen seis euros, por lo menos. Su extrañeza llegará cuando vaya al siguiente y le digan que adelante, "pase usted que esto es gratis para todo el mundo", lo que ocurrirá en el tercero argumentado con que es ciudadano de la UE o que se celebra no se qué día mundial. Unos cobran, otros no y también hay quien lo hace a ratos, según le apetezca. La neurosis irá creciendo si se entera de que unos pertenecen al Gobierno central, otros a las autonomías y otros a los ayuntamientos y que cada uno hace en sus museos lo que le da la gana.