Tinta y borrones

El mito Sandokán

Gómez siempre se ha considerado por encima del bien y del mal, un hombre hecho a sí mismo

Pasa mucho en esta ciudad que a veces quiere borrar su pasado. Hubo un ejemplo definitivo con la muerte de Miguel Castillejo, uno de los personajes con más influencia en la vida de Córdoba que al final tuvo una despedida más que discreta. Todos los que le adoraban en una época se escondieron después y nadie se atrevió a decir nada ante el riesgo de que jugara en su contra. Está pasando ahora con el empresario Rafael Gómez. Maldita hemeroteca, dirán algunos, que tiene recogido los años de esplendor, las vacas gordas de la construcción y la época dorada de Gómez. El empresario, no sin razón, se creía inmune rodeado de políticos que le reían las gracias. Una vez Gómez dijo que iba a tirar de la manta y detalló que durante una cena con la entonces consejera de Fomento en la que cenaron pijotas de Fuengirola, ésta le prometió que le quitaría la multa por haber construido las naves de Colecor sin licencia. También involucró a la exalcaldesa Rosa Aguilar y a otros cargos que, según él, eran los culpables de haberse visto envuelto en tanta polémica. La Fiscalía rechazó abrir una investigación sobre estas acusaciones y, más allá de ser la rueda de prensa más surrealista de la historia, pocos efectos tuvo.

Gómez siempre se ha considerado por encima del bien y del mal, un hombre hecho a sí mismo que dio mucho empleo. Sus relaciones de poder le llevaron a sentirse inmune y seguro que nunca pensó verse en esta situación. La Malaya, ¡ay la Malaya! era el menor de sus problemas. Lo que ha quedado demostrado ahora es que defraudó a Hacienda decenas de millones de euros. Él insiste en que es inocente, aunque la sentencia es la que es, incluso hasta benévola, según el juez que lo ha condenado a cinco años y tres meses de prisión. Muchos no pensamos que llegaría ese momento en el que Gómez entre en prisión, aún está por ver. Quizá él tampoco lo esperaba, ni lo espera. Pero si llega ese día -¿el lunes que viene?- también resultará curioso ese distanciamiento de todos los que en su momento le utilizaron y ahora reniegan.

Dicen que hasta él mismo ha echado de menos más apoyo, incluso de la ciudadanía. Tras su espectacular incursión en el panorama político municipal -con cinco concejales en las elecciones de 2011- cuatro años después se quedó sólo con un representante. Quizá ese fue el inicio del fin del mito Sandokán. Quién lo iba a decir.

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