La misa en televisión

No estamos más que ante una muestra (otra más) de la versión anticlerical de nuestra izquierda más ultra

El grupo Unidos Podemos ha registrado la semana pasada una iniciativa parlamentaria que pretende suprimir la misa católica ofrecida en directo por la segunda cadena de Televisión Española, la cual se viene retransmitiendo ininterrumpidamente desde 1985, argumentando que, siendo el nuestro un estado aconfesional y laico, una televisión pública no debe dar cobertura a credos privados. Una vez conocida la noticia, hemos podido leer declaraciones de algunos destacados miembros del mencionado grupo, con su líder a la cabeza, añadiendo que la televisión debe incidir en propuestas que incidan en la propagación de la cultura y la libertad sexual, atacando de paso a la Iglesia en cuanto supuesta institución contraria a esos valores.

Creo que yerra Podemos y lo que queda de IU tanto en el fondo de la cuestión como en su enfoque mismo. El derecho de acceso a contenidos en la televisión pública, tanto de la Iglesia católica como de otras confesiones, es una cuestión regulada que tiene su fundamento último en el derecho constitucional a la libertad religiosa. Pero estando la misa en televisión bajo amparo legal, lo que más choca es el intento burdo de acabar a brochazos lo que exige pinceladas finas. Es una realidad indiscutible que el seguimiento del programa en cuestión tiene una audiencia fiel nada desdeñable (alrededor de un 20% de cuota, según los últimos datos publicados) y presta un servicio a personas en alto número incapacitadas o enfermas (aunque sean católicas practicantes, cosa mal vista al parecer), como también lo es que la religión católica es de largo la confesión con más arraigo en España, lo que de ninguna manera excluye la cesión de minutos a otras más minoritarias.

En el fondo, no estamos más que ante una muestra (otra más) de la versión anticlerical de nuestra izquierda más ultra, que habiendo tantos temas que preocupan a los ciudadanos dirige sin embargo la munición contra la austera misa de la mañana, en la que por cierto su verdadero Protagonista nunca fue precisamente sospechoso de juntarse con ricos y poderosos. Como soy de los que valoran la utilización de las técnicas sociológicas en política que tan bien manejan desde Podemos, sospecho que la ocurrencia tendrá un fin poco más que electoral, por lo que espero la olviden pronto en cuanto los demás grupos la rechacen. Por muchas razones, pero sobre todo, por sentido común.

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