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Alejandro Ibañez Castro

La matriz DAFO

AL día de hoy no hay empresa, negocio o proyecto que se precie que no cuente con un análisis DAFO que no es más y nada menos que una matriz de trabajo donde se plantean las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades del asunto en cuestión. Las debilidades y fortalezas son de carácter interno y las amenazas y oportunidades se presentan en el entorno. Se trata de una herramienta de trabajo que fue creada a principios de la década de los setenta y produjo una revolución en el campo de la estrategia empresarial para poder determinar las ventajas competitivas y las tácticas más convenientes en función de los objetivos.

Desconozco si nuestros empresarios de Córdoba, o los instalados en la ciudad, se han planteado alguna vez hacer una de estas matrices, no en cuanto a la marcha de sus negocios, que imagino que sí, si no en lo referente a la pericia de los vendedores cuando pretenden colocarnos tal o cual producto, porque a veces utilizan unas técnicas que son, como muy modernas, de la época en la que el mono se bajó del árbol y se hizo hombre. A mi escaso juicio hay dos tipos de vendedores que la empresas deberían reciclar: primero, el que te dice que tal o cual electrodoméstico va fenomenal y la prueba es que él lo tiene en su casa, pero si vuelves al día siguiente y te interesas por la lavadora de al lado de la ayer, también la tiene en su casa. A mí, por lo menos, me produce una sensación muy triste. ¡Cómo he podido estar tantos años sin esa lavadora! Se queda uno más bien fatal. Un día será cosa de ir a la tienda de pulmoncillos de acero, a ver si también los tiene el dependiente en su casa.

El otro modelo de vendedor me preocupa un poco más. No es que lo sienta por la empresa de turno, allá ella, pero si el de la lavadora te dejaba abrumado por la capacidad de su casa, este otro te cabrea del todo. Es el que no quiere vender, ni tiene ganas de nada. Los otros días voy ilusionado con mi hijo, más optimista todavía, a comprar un juego de ordenador, como siempre, a esos grandes almacenes de Córdoba que lo tienen todo y a los que hay que acudir porque en el resto de los establecimientos de la ciudad están a la espera de que les entre mañana. Bueno pues después de mirar por todos los estantes y no encontrarlo conseguimos convencerlo de que consultara la base de datos para ver si había existencias y nos dice que debe de haber dos ejemplares, pero que nadie sabe dónde, que subiéramos a la segunda planta por si acaso. La colaboración del segundo dependiente fue casi peor que el primero porque en su sección no había cosas de esas. La sorpresa fue que, para su incredulidad, lo encontramos. No sé cómo denominar a estos dos, debilidad o amenaza parece poco. Desastre se acerca.

Bueno, como hoy hemos empezado por el malo, que indirectamente afecta de forma negativa a nuestra ciudad, quisiera acabar con el bueno y siguiendo con esto de la matriz DAFO, releyendo Los grandes retos del sector turístico de Andalucía (Cátedra Sánchez-Ramade de Iniciativa + Innovación) en el análisis dedicado al turismo cultural aparece una fortaleza, el reconocimiento de la gastronomía andaluza, y una oportunidad, la emergencia del turismo gastronómico, que favorece a destinos con rico patrimonio gastronómico como Andalucía. Como resulta que soy un defensor de la gastronomía como bien de interés cultural, así como que esta Córdoba del alma, pese a sus dependientes de todo tipo, no levantará cabeza de Capital Cultural si no se apoya en la provincia, se recomienda una cita previa con Diego Alba y su madre, para que al calor de un brasero de picón te restauren en las instalaciones de Oleocultura de Castro del Río. Recomendado el chorizo que la madre de Diego acaricia en la sartén, el revuelto de bacalao (pedidlo doble para ahorrar tiempo) y el festival de postres de la comarca, entre otras maravillas culinarias.

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