Yo iba con Sanders pero ganó Hillary. Posiblemente Trump frente a Sanders habría hecho menos el ganso. La denuncia del demócrata sobre el desequilibrio social y el análisis sobre los más desfavorecidos no habría permitido tanta frivolidad por parte de Trump como con la representante del establishment. Una de las lecciones que los ciudadanos europeos de izquierda deberíamos aprender en cabeza ajena es que, si en Europa la versión clásica de la socialdemocracia está en declive electoral, la versión americana ha cosechado un sonado fracaso.

No está de moda combatir la intolerancia desde la política propositiva y didáctica, sencillamente está de moda la intolerancia.

El triunfo de Trump confirma la urgencia de encontrar nuevas fórmulas para detener esta deriva xenófoba, machista, racista y autárquica que crece tanto a un lado como al otro del Atlántico. ¿Cómo hacerlo, quién lo puede hacer? A mí no me cabe la menor duda de que la única respuesta posible está en una izquierda que mire con ojos muy críticos al capitalismo del siglo XXI y decida ponerle bridas ofreciendo soluciones a la actual situación de estancamiento y erosión social de las clases medias y trabajadoras.

Solamente una socialdemocracia refundada, en alianza con las otras izquierdas que hayan también madurado en sus planteamientos, logrará cambiar los destinos de Europa y detener a una ultraderecha que, por el momento, se está apropiando del descontento popular. Hay que abandonar urgentemente la torpe estrategia de aniquilación mutua en la que ha entrado la socialdemocracia y la nueva izquierda. Es urgente reconocerse sin mimetizarse.

La nueva izquierda debe aceptar que la lucha por las reformas no se reduce a proponerlas por su bondad teórica, sino que hay que tener en cuenta las alianzas necesarias que las hagan realizables, también su sostenibilidad en el tiempo y sus efectos negativos. "La derecha tiene intacta su estructura de siempre, la Iglesia, la economía liberal, el desencanto", me decía un amigo una dura mañana de análisis postelectoral. Mientras tanto la izquierda desestructurada, atomizada, sin redes y sin referentes, con las bases divididas, enfadadas o estupefactas. En Europa tenemos un magnifico caldo de cultivo para promocionar a nuestros Trump, que haberlos, haylos. Para la izquierda está prohibido cansarse o quedarse al margen. O nos movemos o nos mueven.

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