Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Una injerencia

EUGENIA Arrizabalaga, diputada autonómica del PNV, anda muy preocupada, y con razón, por la injerencia del Gobierno vasco en las competencias municipales. Resulta que el Gobierno autonómico, que por primera vez en la historia democrática está fuera del nacionalismo, ha requerido a los ayuntamientos para que retiren las pintadas a favor de ETA, y claro, Arrizabalaga, que es una gran demócrata, ha declarado que esa medida "se puede interpretar como una injerencia" en la autonomía municipal. Esto es algo que puede resultar impopular, pero que esta mujer ha defendido por esas convicciones transversales que rigen su moral política. Claro que sí. No hay que permitir esta injerencia. Deben ser los ayuntamientos quienes velen por la salubridad de las paredes públicas. Qué tiene que decir el Gobierno vasco, sobre todo ahora que no es vasco, ahora que han venido estos españoles, estos maquetos, como decía Arzallus, a ocupar el sillón de piedra pómez, a limar las rudezas, la piel muerta, de las plantas que anhelan andar libres.

Que no nos nuble la vista la apariencia primera de titubeo anguloso, de ambigüedad intestina, de juego a triple banda a la espera de nuevas recogidas de frutos. No, Eugenia Arrizabalaga es una verdadera demócrata, pero sobre todo lo es cuando gobierna el PNV, y por eso dice ahora esto de la injerencia, porque seguramente le parecerá también una injerencia la retirada de fotos con los héroes de la patria de las plazas y calles, todos esos nombres que recuerdan las acciones heroicas del tiroteo rabioso por la espalda, que también viene a ser muy democrático porque iguala a todas sus víctimas de sangre. Hay que estar con las libertades públicas, y seguramente a la valerosa Eugenia Arrizabalaga le parece que retirar estas fotografías es un atentado contra la libertad de expresión del pueblo vasco. Quizá, en un alarde lírico, llegue incluso a pensar que las dianas dibujadas con spray en las fachadas de las casas de políticos de las otras formaciones, de las españolistas, las constitucionalistas, son un atentado no sólo contra esa misma libertad de expresión, sino contra la libertad creativa, porque estos chavales son artistas, sí, eso es lo que son, artistas de la patria urbana y llameante, mientras la verdadera patria vasca va recuperando, poco a poco, los espacios públicos, que hasta ahora han venido sufriendo el chantaje cotidiano de la devastación. Seguro que Arrizabalaga es mucho mejor que todo esto, pero no lo parece. Cualquier declaración puede ser sacada de contexto, pero ya está bien de contextos cuando hablamos de mafias terroristas. Un asesinato es un asesinato, y la apología de un delito es sencillamente eso, una apología. Y si los ayuntamientos no han tomado nota hasta el momento, gracias a la anuencia anterior del PNV, habrá que tomar ahora las riendas democráticas del futuro probable.

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