EL minuto de popularidad que gozó Marcelino Ferrero momentos después de las campanadas le han convertido en el gran icono de la ciudad que ha traspasado nuestras fronteras. El concejal de Ferias y Festejos fue el embajador que entró en millares de hogares en los escasos segundos que duró la conexión con la calle Torrijos. Fue tan breve que de la canción Córdoba, tierra judía de Álvaro Vizcaíno apenas se escucharon los primeros compases. Antena 3 pudo haber sido más espléndida con Córdoba. Menos mal que Marcelino, como buen aficionado a los toros, estuvo al quite e hizo una faena intensa y llena de sabor. En un par de frases fue capaz de sintetizar los méritos de la Mezquita-Catedral así como de destacar que el casco antiguo de la ciudad está declarado Patrimonio de la Humanidad. Barriendo para casa, como debe ser. Oportunidades como ésta no se vuelven a presentar en la vida.

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