La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

gente valiosa

RECONOZCO que siento una debilidad especial por el jugador de baloncesto Ricky Rubio. Lo vi jugar en directo por primera vez cuando él apenas tenía 15 años y ya entonces quedé admirado por su enorme capacidad para convertir en fantasía y belleza un simple juego. En dos minutos, aquel adolescente imberbe, de nariz afilada, pelo revuelto y brazos larguísimos conseguía poner un pabellón de baloncesto patas arriba, algo que también hizo en la madrugada del sábado cuando volvió a jugar junto a su equipo, los Minnesota Timberwolves de la NBA, después de siete meses en el dique seco por una fatídica lesión de rodilla. Trasnoché para ver su regreso y, pese que ayer lo pagué a base de bostezos, no me arrepentí. Lo contrario, diría. Pasé un buen rato y comprobé que el Ricky de ahora es el mismo de siempre y está listo para lo que venga, que será mucho y será bueno.

La larga espera hasta el comienzo del partido, que empezaba a las dos de la madrugada hora española, me permitió también reflexionar un poco sobre algo que no acabo de entender. La pregunta es sencilla: ¿por qué nuestros deportistas -Nadal, los Gasol, Alonso, Iker, Xavi- son capaces de triunfar allí donde pisan y nuestra sociedad parece no ser capaz de seguirles el paso? La conclusión a la que llegué es que, simplemente, tal pregunta retórica es falsa. En realidad, hay muchísimos españoles que logran triunfar y que se niegan en rotundo a que esta crisis económica los lleve a la postración. Al igual que el base español ha superado una lesión que amenazaba con acabar con su carrera, también estas gentes valiosas de nuestro entorno se están sobreponiendo a la adversidad y se disponen cada día con el reto de luchar por lo que ansían. El sábado, aquí en Córdoba, se celebró un encuentro entre más de 50 emprendedores y el espíritu que los alentaba resultaba admirable. Hoy mismo publica este diario una entrevista con Francisco Torrent, presidente de Aceitunas Torrent, una centenaria empresa cordobesa que no ha dejado de crecer en plena crisis. Hay ejemplos por todas partes de hombres y mujeres con talento y espíritu indomable. Lo que los distingue es que, por desalentados que se puedan acostar, siempre se levantan renovados, con fuerzas para seguir en pos de su destino. Tal espíritu existe, ya lo creo que existe. Quizá sólo haga falta expandirlo.

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