Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

La felicitación del Rey

EL Rey siempre aparece en Nochebuena con su mensaje azul de tiralíneas, un mensaje cifrado, explícito y sutil, que no esa mensaje directo pero tampoco indirecto, que tiene para todo y para todos, que nunca deja fleco sin cortar. El Rey, como jardinero virtual de asuntos públicos, sabe muy bien las ramas que, al crecer, impiden el brío alto de los setos, y es por eso que sabe dónde aplicar, raudo, las tijeras. El papel constitucional del Rey es el del arbitraje no sólo político, sino también militar, histórico y civil, y por eso la suya es una labor de observación, una acción sin acción labrada con las manos invisibles. Es ya una tradición que el mensaje del Rey en Nochebuena se mueva por las aguas intermedias de un discurso neutral, poliédrico y sencillo, que puede interpretarse en todas las orillas del discurso. Así, cuando en los últimos años el Rey ha aludido siempre a la unidad contra el terrorismo, cada uno ha mirado hacia su lado.

El Rey, como valor totémico en política, es una referencia ineludible, y es por eso que todos suelen incorporar las palabras del Rey a su visión del tema público; poco importa, en esto, lo que el Rey haya dicho o haya querido decir realmente, sino que tanto el Gobierno como la oposición podrán colegir luego, desde ese tono medio, tono neutro, tono vértice, que su discurso está con el del Rey. Pero este año, cuando más expectación se había creado, cuando los ataques contra la monarquía constitucional se han ido concentrando en los extremos, era obligatorio leer más entrelíneas que nunca en sus palabras, en el gesto templado de su rostro, en la iconografía navideña, en las fotografías, en la puesta en escena, el color y la luz de su mensaje. Anteayer, sin embargo, el Rey se ha mantenido en su retórica sobria, contenida, pero el mensaje ha sido más directo, mucho menos cifrado, menos sutil que explícito, por mucho que se puedan extraer, como es costumbre, todas las posturas encontradas. El Rey, al hablar de la unidad democrática contra el terrorismo, en el contexto exacto de ahora mismo, estaba hablando, precisamente, de eso, de la unidad democrática, del uso responsable de la cuestión mortal del terrorismo, del mismo modo que cuando se refirió expresamente a la masacre continua en las carreteras españolas también estaba apoyando, sin decirlo, estas medidas nuevas del Gobierno. El Rey habló del desarrollo sostenible, de la amenaza del cambio climático, pero no habló de su primo, ni del primo de su primo. El Rey no opina, pero agradece el apoyo, afirma el paso al frente y eso gusta.

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