Hace muy pocas semanas se celebró en Sevilla un matrimonio tan secreto, tan secreto que, aparte de los invitados y, por supuesto, los novios, pocos fueron los que de él tuvieron constancia. La pareja, unos italianos millonarios, millonarísimos, se encaprichó de la ciudad de la Giralda y, precisamente hasta uno de sus más importantes hoteles, el Alfonso XIII -que ocuparon prácticamente al completo-, se desplazaron durante varios días para el que, según me han contado, quedará en el recuerdo como uno de esos acontecimientos que hacen época. Es más, la mayoría de los asistentes se repitieron más tarde en el sonado enlace de Briatore, con lo que imaginen que tuvimos a la mano a gente del nivel de José María Aznar y Ana Botella, su primogénita, Ana, y su esposo, Alejandro Agag; la modelo Valeria Mazza y el suyo, Alejandro Gravier, amén de otras marquesas y condesas pasando delante de nuestros ojos sin que ninguno nos enterásemos. De auténtico coraje por el despiste informativo, no lo oculto, me lo había callado hasta ahora pero, como las cosas parece que no han pasado si alguien no da testimonio de ellas, que al menos sepan que estos fabulosos fastos han sucedido y que no prescindieron, paseo de caballos incluido, de ninguno de los rituales "tipical spanish" que la gente busca cuando viene a nuestra tierra.

También en los textos, tan reales como la propia realidad, de una boda sale otra y, ya puestos, les avanzo cuándo tendrá lugar una de las más esperadas de este año. Más que nada porque supondrá la primera vez que la Duquesa de Alba case a un nieto, Javier Martínez de Irujo, a través de una ceremonia cuya fecha, de la que hoy por vez primera están siendo partícipes todos ustedes, se ha fijado para el próximo veinte de septiembre. Ése será el instante en el que, en la gaditana tierra de Jerez, Inés Domecq, la prometida, jurará sentimiento eterno al mencionado hijo menor del duque de Aliaga, Alfonso Martínez de Irujo, y su ex, María de Hohenlohe. "Amor y lujo"… ¿existe una combinación más apasionante?