La demoscopia, vino a decir aquí ayer mi admirado Joaquín Dobladez en su Rayuela, es como el arroz; como el suyo, que bien lo hace, como el mío, que juega -clara y modestamente, Joaquín, querido- en otras ligas. Yo tengo impresiones sobre la políticamente correcta foto fija que enseñan las encuestas.

La primera impresión es que a esta legislatura le quedan dos telediarios y uno ya lo estamos viendo. 2019 trae elecciones: municipales y europeas en todo el país; autonómicas en 13 comunidades. El deterioro del Gobierno central es tan profundo (por el lastre de la corrupción, que no cesa, por la pachorra, que no ceja, por la inercia, que no impulsa) que no es descabellado pensar en una coincidencia de generales también el próximo año. Y en Andalucía no descarten un ensayo previo este otoño. Por lo que pueda tronar, o volver a tronar, quién sabe.

Sea como fuere, con adelanto electoral o sin él, el PP tira para abajo, mucho, pero aún compite; el PSOE no escala hacia arriba, nada, y así se ahoga; Unidos Podemos se estanca y retrocede, retrocede y se estanca, pero se engancha a OT, y Ciudadanos, a pesar de su denostado masculino universal, sube que se las pela, o primero, o segundo, o tercero, pero si es primero, gana y, si no lo es, en triple empate, no pierde. ¿Por qué? ¿Porque hay cocina? Bueno, seguro que la hay, como en todas las encuestas, que combaten la imprevisibilidad de los comportamientos electorales con los deseos de sus pagadores, disfrazados de carnaval de datos y con el tipo de la guasa gaditana que proyecta el margen de error de las muestras, de tres puntos con diferencias de menos de cinco. Pero además está el olfato: algo se huele. Y para esto, suelos y techos.

El PP y el PSOE caminan hacia su suelo electoral o están viviendo en él. Que ambos no están en su techo, cota alta de apoyo, es una evidencia contrastada históricamente, se movieron en rotundos 11 millones de votos. Hoy ni lo sueñan. Podemos, en cambio, fulgurante estrella preelectoral del pasado reciente, parece haber tocado ya su cachito de cielo, insuficiente para conquistar más espacios si no es en compañía y aun con ella. Los líderes de los tres partidos, por diferentes motivos, están menos presentes, más ausentes: Mariano, porque es su estilo; Pedro, porque no sé, y Pablo, porque no hemos entendido la pluralidad coral del colectivo de cambio. Y, en estas, Ciudadanos, que se dispara hacia arriba, sin que nadie prediga aún que el tiro alto que van a dar sea su techo.

Un par de apuntes: a) si te dan fuerte, es porque eres el rival a batir; que respondas diciendo que no vas a responder, es que sabes que puedes ganar; y b) gana el que más se parece al electorado; si se ceban en criticarlo como opción, acierta el elector, harto de recibir lecciones. O sea, que nos vamos a divertir.

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