La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Y el día después?

Para los informáticos, para los arquitectos de videojuegos, el 'glitch' es un "fallo" calculado: hay que contar con la gente

Para los informáticos, para los arquitectos de los videojuegos, un glitch es un error. Se refieren en realidad a usted y a mí: a lo que ocurre cuando interactúa la gente; cuando la experiencia del usuario lleva la historia por derroteros inexplorados. Los nuevos narradores hacen saltar por el aire la estructura aristotélica de comienzo, nudo y desenlace condicionados por los paradigmas del mundo transmedia y la realidad virtual: el storyteller juega con estructuras paralelas y ramificadas, con inmersivas y envolventes, con el "viaje del héroe" o con "el esqueleto de pez". Todo tiene un sentido en el momento en el que el foco de la historia se desplaza de los protagonistas hasta la gente y asumimos que lo máximo a lo que podemos aspirar es a guiar, no a controlar. Y, justo cuando se "falla" es cuando la narrativa explota. Cuando "vuela".

Criminalizamos las redes sociales por su radicalismo y su frivolidad, pero también es en los pantanosos senderos digitales donde se alumbran algunos de los momentos de mayor ingenio y lucidez. Al mismo tiempo que hasta el Washington Times se hace eco del efecto que las fake news -que los "malditos bulos"- están teniendo en el proceso independentista, somos capaces de encontrar agudos editoriales en 140 caracteres: "PP y PSOE manejan idea de nación del XIX. Independentistas andan con autodeterminación del XX. La ciudadanía está en el XXI".

Lo escribía Pérez Tapias horas antes de dejarse caer en las redes de Pessoa con su Libro del desasosiego y recordarnos que "saber engañarse bien es la primera cualidad del político". ¿No va de eso la crisis catalana? Puede que engañarse -y engañar- sea su mayor cualidad. Tal vez la única. La más previsible, al menos, si pensamos en cómo, desde Barcelona y desde Madrid, se han empeñado en penetrar en el jardín de senderos de Borges a modo de laberíntica espiral. Ya tenemos otro Día D en el horizonte -elecciones autonómicas la víspera de la Lotería de Navidad- pero ningún atisbo de salida. Campaña, urnas y vuelta a empezar. Cambiarán los protagonistas, pero no el juego. Ni la diabólica narrativa de no contar con la ciudadanía, de preferir seguir utilizando a la gente como rehén, como parapeto, en lugar de escucharla, anticiparse y reaccionar.

Desde el campo del marketing se subraya el "factor humano" con tanto énfasis como hacen las empresas con ese cliente-jefe que ya sitúan en los nuevos procesos del "feedback 3.0". Es otro modo de volver al "glitch", de situar el "error de la gente" en el centro de la ecuación. Todo lo que no hacemos en política cuando no tenemos más plan que el feedback de votar. ¿Y el día después?

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