Luis Manuel Cerdá Suárez

Un debate políticamente correcto

ORGANIZADO por El Día, con una gran expectación y en un salón de actos selectivo (se requería invitación), el jueves por la noche se celebró en ETEA el debate entre los candidatos de IU, PSOE y PP a la Alcaldía de Córdoba, que inicia oficialmente la campaña electoral en esta ciudad. Con un formato ya conocido (mezcla de 59 segundos y Tengo una pregunta para usted), los líderes de las tres principales fuerzas políticas respondieron, uno a uno, a las preguntas formuladas por el público asistente, sobre las más diversas materias. Al final, cada candidato dispuso de cinco minutos para resaltar los principales puntos de su intervención.

Casi todo en el debate resultó de manual: el entorno, la tensa espera de uno de los candidatos, la vestimenta de los líderes y del público asistente, la precisión de las respuestas al tiempo concedido… Y, por supuesto, la excelente preparación de los tres líderes ante el formato elegido: lo que no dio pie a la improvisación y, mucho menos, a que alguno de los primeros actores (y de los secundarios y meritorios) se saliera del guión.

Hoy en día, las campañas de las elecciones locales están situadas bajo el signo de la ambigüedad y la paradoja, tanto en el fondo como en la forma. En el fondo, y sin perjuicio de la dimensión local, que en esencia las caracteriza, tienen interés en desarrollarse en coordinación con las campañas desplegadas a escala nacional, por los partidos políticos respectivos y sus principales dirigentes. Así ocurrió también en este caso, como no podía ser de otro modo en el caso del encuentro de candidatos.

En la forma, la necesidad de profesionalizar la práctica de la comunicación política a escala local, a semejanza de lo que ocurre a nivel nacional, somete al político municipal al veredicto de la imagen y de los medios modernos de comunicación, para los que no todos los contendientes, por mucha que sea su experiencia y capacidad política, están igualmente preparados.

En resumen, los tiempos felices en los que la personalidad arrolladora del candidato (léase Julio Anguita o Rosa Aguilar) podía decidir los destinos de su circunscripción, se han acabado. Los nuevos aires en la ciudad de Córdoba soplan a favor de construir imágenes de candidatos, y no tanto de programas, para conseguir el voto de los electores. Así lo entendió Juan Pablo Durán, el alcaldable socialista, cuyas respuestas a las preguntas del debate construyeron un discurso neutro, no ideológico, basado en compromisos como la cláusula social (ofreciendo empleo a algún miembro, de ese colectivo del 12,9% de familias cordobesas, donde ninguno trabaja), austeridad en el control del gasto público municipal o no reflejar ante notario condiciones previas de no-pacto, para garantizar la gobernabilidad de la ciudad.

Por su parte, el actual alcalde, Andrés Ocaña, en una estrategia sorprendente a tenor de los pronósticos de las encuestas, mostró coraje y atrevimiento en algunas de sus respuestas: ante una pregunta indiscreta, afirmó que gravaría las viviendas vacías para fomentar el acceso de los ciudadanos al mercado inmobiliario (a pesar de reconocer que para este tema "se carece de competencia municipal"), dejaría paso a otros si no consigue ser alcalde y no dudaría en actualizar tasas, contribuciones especiales y precios públicos para mantener los ingresos del Consistorio.

El candidato popular, José Antonio Nieto, sabedor de su posición en las encuestas, construyó su discurso sobre argumentos como implantar un plan de choque de políticas sociales en el caso de llegar a ser el primer edil de su ciudad; dimisión, si no consigue que disminuya el desempleo en Córdoba, cuatro años después de ser elegido alcalde; gestión centralizada de las empresas públicas municipales (sin subir impuestos, por supuesto... porque esta máxima está en la genética de su partido); y creación de una concejalía exclusiva de Turismo, como aconsejan los desafíos de la Capitalidad de 2016.

¿Hubo espacio en el debate para las coincidencias, entre los tres candidatos? Pues he aquí algunas de ellas: fair play ante preguntas sobre el derecho de Rafael Gómez, el candidato de Unión Cordobesa, a presentarse a los comicios ("es una opción legítima en democracia"); nada de financiar al Córdoba CF, puesto que se trata de una sociedad mercantil privada; y la constatación de que los tres candidatos apenas usan el transporte público…

En fin, las papeletas electorales están sobre la mesa ¡Sólo falta depositarlas en las urnas!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios