Conozco a pocos cordobeses que a comienzos de esta semana supiesen que el jueves se iba a celebrar el Debate sobre el Estado de la ciudad. No había precisamente expectación ante la celebración del último de estos debates durante esta poco provechosa -hasta hoy al menos- legislatura. Lógico si tenemos en cuenta que en el del año pasado la alcaldesa prometió el desarrollo de más de cincuenta iniciativas, inéditas a día hoy, si nos detenemos a analizar el pavoroso dato del nivel de ejecución presupuestaria o, también, si analizamos la estrategia diseñada desde la alcaldía para este escaso año y medio que falta para que se celebren las próximas elecciones municipales: no existe.

La alcaldesa, es una evidencia, está sola. Incluso más cuestionada por sus compañeros que por sus adversarios, aquéllos, o al menos quienes mandan en el PSOE andaluz, consideran que su candidatura fue un error. Su envite a la dirección, en forma de apoyo a una candidatura alternativa al oficialismo susanista de pata negra, no le ha granjeado renovadas simpatías en la sede de la Avenida del Aeropuerto. Sus hoy compañeros de gobierno de IU, en breve rivales encarnizados, han actuado con una lealtad hacia ella infinitamente mayor que su partido. Tengo, lo he escrito aquí en numerosas ocasiones y lo reitero, una mala opinión de ella como alcaldesa, por su total falta de ambición, proyecto y liderazgo y su permanente escapismo a través de los vericuetos de inservibles comisiones entregadas en muchas ocasiones al más descarado sectarismo de izquierda, pero es de justicia reconocer que el escenario, la aritmética, el equipo y las puñaladas internas no le han facilitado las cosas.

¿Podemos esperar algo del próximo año y medio? Quiero ser optimista y pensar que sí. Muchos nos conformaríamos con que se escuchen las voces que desde la oposición y la sociedad civil tienden la mano para tejer alianzas e impulsar proyectos, sin excluirlos por razón de su origen; con que mire no sólo hacia la extrema izquierda sino hacia sectores que comparten con sus votantes y con ella misma mucho más que con aquéllos que pretenden condicionar el desarrollo de la ciudad desde asambleas sin asambleístas; que al gran embudo administrativo de la ciudad, la Gerencia de Urbanismo se le aplique el tratamiento de choque que necesita, que toda la ciudad reclama y que nadie, tampoco el anterior equipo de gobierno, ha querido o sabido acometer; y, en fin, que todos pongan el interés de la ciudad por encima del de sus partidos y de sus propias expectativas personales de poder. Seguiremos soñando.

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