Tinta y borrones

Una ciudad sin obras

Dejando a un lado las grandes obras, la ciudad también está falta de planes que mejoren sus barrios

Dejemos a un lado las grandes obras. Obviemos por un momento la paralización del Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones (CEFC) del Parque Joyero, la eterna espera para reanudar la ampliación del Palacio de Congresos de la calle Torrijos. Asumamos que no son tiempos de autovías, ni siquiera de Metrotrén o Cercanías. Compremos el mensaje de que, al final, lo que le importa al ciudadano es que le arreglen su calle, su acera, que mejoren su día a día. Pues hasta eso se pone en duda con la gestión de la administración local. El último informe sobre la actuación del área de Infraestructuras del Ayuntamiento de Córdoba, fechado a finales de este mes, es tan demoledor que no incluye ni una obra en el apartado "en ejecución". Culminados los trabajos de la calle Capitulares, no hay ni un operario actuando en ningún barrio de la ciudad, más allá de la recogida de naranja, que también ha tardado lo suyo. Se trata de una circunstancia poco habitual para una institución de esta envergadura y para un cogobierno en el que cada vez son más evidentes sus carencias en la gestión. Bien es cierto que la puesta en marcha de una obra no depende sólo de Infraestructuras, sino del área de Gestión, donde se contratan, y es precisamente aquí donde se alargan los trámites. Los informes reflejan que hay algunas actuaciones que llevan desde abril del año pasado en Gestión, entre ellas, la vendida a bombo y platillo reforma del mirador de Osario Romano, donde se iban a destinar casi 700.000 euros.

El Ayuntamiento ya perdió un millón de euros el año pasado por no haber acabado a tiempo las obras incluidas en el plan Mi barrio es Córdoba. Aún hay cuatro proyectos pendientes del documento del año pasado y el nuevo todavía se está redactando, a pesar de que ya está a punto de iniciarse el mes de abril. Y, mientras tanto, continúa esa sensación que cada vez se extiende más entre los cordobeses, de que todo cuesta mucho arrancar, no digamos ya que llegue a buen puerto. Ni siquiera las grandes obras, sólo la mejora de las calles, la accesibilidad, las pequeñas reformas que pueden transformar un barrio, como pasaría en el Campo de la Verdad con el mirador de Osario Romano. Pero habrá que seguir esperando.

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