Matilde Cabello

Como el cemento 'armao'

EMPEZARON los saraos de mayo que cada cual lleva como puede o como quiere. Así, mientras unos andan ya en alto riesgo de inflamación de ese órgano vital que es también la glándula más grande del cuerpo, otros empiezan a dar la voz de alarma, y no por los 100.000 muertos de Birmania -que pilla lejos- ni por los impedimentos para distribuir las migajas que les hacemos llegar, no. Lo que realmente importa aquí -"ay pena, penita, pena"- es que la banca y la patronal "del ladrillo" parecen estar en crisis. Como lo oye, y por extraño que suene.

Pero que esto no le amargue las fiestas. Lo que ellos llaman crisis, nada tiene que ver con estas cosas nuestras de no llegar a fin de mes o de pasarlas canutas para subir al chiquillo en los cacharritos, sino simplemente con dejar de ganar unos pocos de miles de millones de euros diarios, algo, al parecer, más grave que sus estrecheces para pagar la hipoteca, a sabiendas de que, si no lo hace, para eso están los juzgados, colapsados, dispuestos a quitarle su casa, a la que, a propósito, tiene derecho constitucionalmente consagrado.

Sabido es que lo de su hipoteca es cosa suya y lo de los cacharritos del nene o el platito de pimientos fritos, también. De modo que usted sabrá cómo ingeniárselas para combinarlos y alcanzar airosamente el día de la traca final de feria. Pero lo de ellos, por inusual, preocupa por igual a mandamases, banqueros y constructores. Y ya están buscando soluciones.

¿Cómo sacar a estos pobrecillos de su mala racha? Pues fácil, se les está ocurriendo meter mano al fondo de pensiones. Oséase, que, tiren por donde tiren, el paciente currito terminará pareciéndose a aquellos enfermos de antes, a los que se le aplicaban las sanguijuelas para sanear -que dicen ellos- a costa de chuparle la sangre.

Y mientras nuestra pobre salud económica se debilita por momentos, a nadie se le ocurre una transfusión de plusvalías, proveniente no ya de lo que unos hayan podido ganar, sino de lo que otros, presuntamente, se hayan podido llevar desde Marbella a Las Baleares. Porque aquí, mucho escándalo mediático y mucho amago de impartir justicia; mucha entrada y salida de las cárceles, pero nadie habla de devolvernos lo que, presuntamente, nos han robado.

Como diría Galileo: esto se mueve. Pero no en el mismo sentido, ni con la misma intensidad para todos. Pues, eso. Como en cemento armao.

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