TODO aquello que deba tener una cierta relevancia social debe estar acompañado de una copa de vino, como se decía antes, o de un catering, como se dice ahora. Ya sea una recepción, una presentación de un libro o el acto más inverosímil, siempre está acompañado de sus correspondientes bandejas de canapés y sus bebidas surtidas. La incursión de los desayunos molineros parece que no ha tenido el éxito esperado, puesto que actualmente es una práctica en regresión, para mayor dolor del doctor Pérez Jiménez. Pero la copa de vino sigue triunfante y ganando terreno gracias a esos furgones que lo llevan todo y te montan la convidá hasta en un solar, como pasó el otro día en la colocación de la primera piedra de la piscina de Poniente en donde, según cuenta los que estuvieron, el surtido abarcó, incluso, hasta el navideño mantecado. Pero dicen que no fue un mantecado cualquiera, sino digno de las autoridades allí presentes. Me lo creo.

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