La cara b de lo que somos

Esperemos que durante la Feria se imponga nuestro lado luminoso para paliar los efectos de hunos y turdetanos

Apenas lleva unas horas abierta la Feria -Arenal, caballo y manta y rebujito-, y ya son miles las fotos que se habrán subido a las redes de esta celebración. Fotos la mayoría de ellas idílicas, de reuniones de amigos, de familias al completo, de niños pasándolo en grande en la Calle del Infierno o de gente bailando el Despacito de Luis Fonsi, que por la Feria estuvo el buen hombre echando la tarde con amigos y familiares. Brillos pues de una fiesta que está para eso, para brillar, pero que contrastan con la cara b de la celebración y que queda simbolizada en el reguero de basura y residuos que queda por aquí y por allá y que se hace especialmente asqueroso en la zona de los botellones del Guadalquivir. Con las primeras luces del domingo, dando un paseo por la zona, bien podría pensarse que por allí habían pasado bárbaros del siglo I y no civilizados chicos del XXI. Los mismos, por cierto, que habían subido sus fotos a las redes perfectamente vestidos y reguapos, sin dar síntomas de que serían ellos mismos los que regresarían a casa bastante menos guapos y después de haber ensuciado el recinto con su incivismo y excesos. Y es a eso a lo que me refiero cuando hablo de la cara b del ser humano, que vendría a ser un cuadrante en sombra, una zona oscura. Un rincón del que no hacemos fotos para subirlas a las redes porque en el fondo nos avergüenza y en el que habita casi todo lo que en nosotros queda de animales egoístas y pasionales, sin empatía ni implicación colectiva. La batalla entre el ser humano civilizado, el a, el de las fotos y las sonrisas, y el b, el que lanza latas al río y vuelve a casa gritando chorradas y molestando al vecindario, no es sino una muestra renovada de la eterna dialéctica entre la civilización y la barbarie. Esperemos en cualquier caso que durante esta Feria se imponga nuestro lado luminoso para que al menos podamos paliar los malos efectos de esos hunos y turdetanos que junto a nosotros habitan y a los que les valen tres copas para caer en el lado oscuro (guarro en este caso) de la Fiesta.

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