Plaza nueva

Luis Carlos Peris

De un cambio de cromos

DESCONOZCO si ha sido un cambio de cromos, si la repentina puesta en libertad de ese ultra medio español y muy francés ha sido como moneda de pago en agradecimiento por la captura del enésimo cabecilla de la ETA. Estupendo si héroe popular con piercing, barba de chivo y mirada de majareta que levantó de manos a los franceses ha sido liberado en contraprestación por los buenos oficios de la Gendarmerie en la desarticulación de la banda vasca de asesinos. Te doy a Santos Mirasierra tras haberme puesto bajo rejas a Aitzol Iriondo, el angelito que se meó en los pantalones tras ser apresado en la localidad pirenaica de Gerde, parece que fue el motor que impulsó la puesta en libertad del ultra marsellés. Es una suposición, pero no hay otra explicación para el cambio de parecer que la Justicia española adoptó en un abrir y cerrar de ojos.

Y es que en unas pocas horas cambiaba el horizonte del tal Santos Mirasierra tan radicalmente que no se comprende si no hay una causa tan heterodoxa como un cambio de cromos de esta naturaleza. Por supuesto que bajo un sentido pragmático de la situación, estaríamos siempre dispuestos a cambiar a diario hinchas por terroristas. Los primeros son una lacra y si desaparecen de nuestra sociedad no se pierde absolutamente nada, pero los segundos donde mejor están es en el cementerio o en la cárcel. Por lo tanto, contentísimos de que le hayamos pagado a Sarkozy con un ultra futbolístico, lo que es un auténtico precio de ganga. El hecho de que el santuario francés haya perdido efectividad para los etarras es para darse con un canto en los dientes por mucho que el personal ya esté un poco escamado, o mucho, con esa noticia recurrentemente periódica sobre la desarticulación de la cúpula etarra.

Insisto en que si no hubiese existido la detención del sanguinario Iriondo no habría tenido explicación que el tal Santos, con su piercing, su coleta, su sobrepeso cervecero y sus ojos como platos pasase de tres años y medio en el talego a una inminente libertad a precio de saldo. Particularmente, muchos hubiésemos enchiquerado también a esa hermana vociferante y soez que lamentaba que su hermanito no se había cargado al policía agredido "para que estuviese justamente encarcelado". Pues nada, en muy pocas horas quedó el agresor en libertad para dejar nuevamente con el culo al aire a la Policía. Ésta, la Policía, se queja de que los delincuentes que pilla entran por una puerta y salen por otra. Ahora puede decir más de lo mismo con el del piercing, por lo que mejor será creer que esa puesta en libertad del marsellés obeso y malencarado ha sido en agradecimiento a que Francia dejó de ser santuario y que la ETA se ha desarticulado... por enésima vez.

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