EL hecho de cambiar los tiestos habituales por macetas de pascueros en la calleja de las Flores es una iniciativa del Ayuntamiento que ha demostrado que este enclave de la Judería es una joya que también se puede sumar a la decoración navideña sin caer en el espumillón ni en las bombillas de toda la vida que tanto contaminan. Además, la singularidad de ver esta calle uniforme en el colorido añade un valor más que a buen seguro que llamará la atención de los miles de turistas que pasarán por ahí en las próximas semanas. Pero el esfuerzo que ha hecho el Ayuntamiento choca frontalmente con el mal gusto de las tiendas que recuerdos que, como una plaga, han invadido también la calleja de las Flores. ¿De qué sirve que el Consistorio se gaste una pasta es ponerla bonita si irremediablemente las flores de pascua van a tener que convivir con los expositores de postales o las camisetas del Ozú qué caló?