La gloria de san agustín

En boca cerradaý

EL domingo pasado el Cayetano y yo nos apuntamos a la excursión que organizaron en el barrio para ver el partido de nuestro Córdoba en Sevilla. Y la verdad es que echamos un rato de los buenos, y eso que perdimos, que si llegamos a ganar la felicidad hubiera sido total. Pero como no se puede tener todo, o eso dicený

Nos montamos en el autobús bien temprano, que nos paramos a desayunar en Ecija, como está mandado. Yo es que soy de ideas fijas, y siempre que voy a Sevilla me gusta pararme en el Pirula a tomarme una tostaíta, que tienen unos molletes que son gloria bendita, blancos como la leche y tan tiernos como un flan de huevo. La verdad es que yo vi desde el principio a la gente muy eufórica, que como le habíamos ganado al Málaga, ya nos creíamos capaces de cualquier cosa, y en esto del fútbol no hay peor cosa que la euforia, que acaba teniendo la misma mala sombra que el cuento de la lechera, y es que siempre se cumple. Cuando salimos de Córdoba ya estaba nublado, pero es que en Sevilla estaba cayendo la mundial, que llovía de lo lindo y para colmo nuestras entradas eran a descubierto, que las otras ya nos salían demasiado caras. Empezamos bien el partido, poniéndonos por delante en el marcador y jugando con alegría, que parecía que la cosa estaba encarrilada. Lo que no me gustó es que muchos aficionados nuestros empezaron a cantar y a gritar cosas muy feas de Sevilla y de los sevillanos, y yo creo que los cordobeses no podemos ir así por el mundo, que ante todo somos unos señores, unos auténticos caballeros, y lo tenemos que demostrar siempre.

Porque a esos mismos aficionados que estaban en Sevilla, no creo que les gustara que los seguidores de cualquier equipo, se plantaran en el Arcángel y cantaran barbaridades de Córdoba y de los cordobeses, porque eso no le gusta a nadie. Pues cuando más nos metíamos con los sevillanos, nos empataron, y hasta nos dieron la vuelta al marcador cuando seguimos con lo mismo. En fin, que como dice ese refrán, en boca cerrada no te entra nada, o por la boca se coge al pez, que hay que hablar menos y meter más goles. Y hablando de goles, ya estamos viendo de reojo el pozo, que sólo nos separan tres puntitos de nada, que eso es otro traspiés y a pasarlo de nuevo más mal que bien. Lo único que espero es que nos sirva para darnos cuenta en dónde estamos y lo que tenemos que hacer, que es mirar para arriba y nada más. Que lo de abajo, si lo miras mucho sin hacer nada, te acaba arrastrando y hasta devorando, y de eso, desgraciadamente, tenemos mucha experiencia. Lo dicho, a hablar menos y a meter más goles, que eso es de lo que se trata.

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