¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Dos años más de Rajoy

La vieja política no tiene ni la fuerza moral ni la decisión necesaria para frenar esta nueva embestida nacionalista

Poco duró la euforia entre los populares. Apenas estaban sacando a Montoro a hombros del Congreso por su meritoria aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -a cambio de darle, eso sí, la bolsa y la honra a los del RH extractivo-, cuando los titulares reventaron en las pantallas de los ordenadores: Correa, Bárcenas y el PP condenados por el caso Gürtel. El martes, otro ex ministro de Aznar -esto recuerda cada vez más a la novela Diez negritos de Agatha Christie- era detenido por la Guardia Civil por presuntas corruptelas varias. La única carta que le queda ya al PP para salvarse de la debacle electoral es el tiempo, esperar como moro en la medina a que el inexorable tic-tac arregle las averías propias y propicie los quebrantos ajenos, principalmente el de Ciudadanos, que ha abandonado el naranja por el rojigualda chillón. Por cierto, del acto patriótico-electoral de C's del pasado domingo sacamos una precaria conclusión: Si el aznarato tuvo su Norma Duval, el riverato tendrá su Marta Sánchez, nueva musa de la nación en marcha.

Los más optimistas piensan que con la aprobación de los PGE, Mariano Rajoy ha conseguido una prórroga de dos años. ¿Para qué? Preguntan los quisquillosos. Para terminar de asentar la economía, arreglar lo de Cataluña y dejar que se disipe la polvareda de la corrupción, contestan los optimistas. Sin embargo, lo que vimos el miércoles en el Congreso de los Diputados fue quizás el último gran acto de la vieja política, la de las componendas entre los partidos sistémicos (PP y PSOE) con los nacionalistas. Rajoy y los suyos consiguen aferrarse al poder y los hidalgos del Gernikako Arbola obtienen lo que siempre obtienen: montañas de oro. Al paso que vamos, las calles de San Sebastián van a parecer las de aquella mítica Jauja descrita por Lope de Rueda, pavimentadas con yemas de huevo. Mientras, Rivera va sumando a sus filas a los descontentos con esta nueva rendición monetaria frente a un PNV que, para agradecerlo, ya ha llegado un acuerdo con Bildu y sus ex gudaris para reclamar la "nación vasca". La vieja política no tiene ni la fuerza moral ni la decisión necesaria para frenar esta nueva embestida nacionalista.

Un Rajoy cercado por la corrupción ha ganado dos años de vida política con los Presupuestos, es cierto, pero si quiere ganar las próximas elecciones tiene que hacer algo más que exhibir power points y apelar a la Constitución del 78. Para bien o para mal, estamos entrando en una nueva etapa en la que la víctima será ese bipartidismo imperfecto que nos ha gobernado las últimas décadas.

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