Crónica personal

Pilar Cernuda

Y ahora, los ricos

NO sólo lloran los parados, los pequeños y medianos empresarios a los que los bancos aprietan hasta ahogarles, las clases medias o quienes vivían de honrados y no tan honrados negocios inmobiliarios; no sólo lloran los autónomos y los comerciantes, los padres de familia que ya no llegan a fin de mes y los que ven que sus hipotecas se han incrementado hasta cifras imposibles: también lloran algunos de los ricos más ricos de España, algunos de los que forman parte de la exclusiva lista Forbes.

En el caso Madoff existen varios datos inquietantes. El primero, que una vez más se demuestra que los controles no se hacen con el obligado rigor, y la famosa SEC -que equivale en Estados Unidos a nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores- no ha escudriñado los negocios de Madoff, que incluso llegó a ser presidente del Nasdaq, un título que lo avalaba como uno de las personas más honradas, profesionales y serias del mundo económico. Sin embargo, ese hombre no dudó en convertir Madoff Investiment Securities en un chiringuito piramidal, un tocomocho en el que la captación de nuevos clientes tenía como objeto cumplir los compromisos adquiridos con la clientela más veterana, algo que desgraciadamente hemos visto en España con excesiva frecuencia.

Sorprende el caso Madoff por una vertiente que hasta ahora no habíamos tenido en cuenta: estamos en manos de algunos banqueros de saciedad ilimitada, que no sólo han puesto en riesgo sus propias fortunas, sino que, en contra de lo que se dijo en un primer momento, habían metido en esa rueda especulativa un porcentaje importante de los fondos de inversión de sus clientes.

Zapatero ha dicho hasta la saciedad que la crisis que sufrimos procede de Estados Unidos, y no le falta razón. Pero ha dicho también que nuestro sistema financiero es el más seguro del mundo. Pues bien, para nuestro pesar, el sistema financiero español puede ser seguro, pero algunos responsables de ese sistema se han preocupado más de incrementar sus fortunas personales que de salvaguardar la propia marcha del sistema, aparte de poner en riesgo los ahorros que les confiaban sus mejores clientes, los que disponían de dinero para invertir.

No hay día sin disgusto económico. Las cifras de paro son muy superiores a las que se preveían, los más optimistas afirman que se empezarán a enderezar las cosas a mediados del 2010, a pesar de que Zapatero veía la luz en el 2009, las ayudas que supuestamente servirían para favorecer operaciones crediticias no acaban de traducirse en créditos, y proyectos relevantes del Gobierno que podrían dinamizar la economía se han paralizado por falta de dinero para ponerlos en marcha. Varios gobiernos autonómicos y municipales confiesan privadamente que se encuentran en quiebra.

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