Lejos de lo que pueda parecer, "lo que admita" es una unidad de medida indeterminada que mi madre suele utilizar en ciertas recetas compartidas con un servidor. Ejemplo. Mamamóvil. Hola mamá. Hola Cariño. Una cosa, cuando ya has mezclado la carne con el huevo, ¿cuánto pan rallado añado? Lo que admita. Que uno mira el bol por encima de las gafas y duda si preguntarle si un par de cucharadas más resultan admisibles. Lo que admita es libertad, deja un margen razonable para definir la densidad, es la aplicación del sentido común. También es cierto que un mal uso puede dar al traste con una preparación hasta ese momento perfecta.

Me gusta cocinar con música o la radio de fondo. La música genera un clima, invita a la creatividad, puedes elegirla casi como un condimento y ayuda al disfrute desde el inicio del proceso de comer que sucede en los fogones. El caso de la radio es distinto. El fútbol radiado, por ejemplo, aporta una velocidad nocturna muy aprovechable para una cena sencilla que suele ir tarde. Reconozco que las noticias tal como vienen de un tiempo para acá no aportan buen sabor. Por eso prescindo de ellas. Pero el noticiario ayer me pilló con las manos en la masa. Y así, mientras amasaba unas albóndigas que terminaron en salsa, escuché las declaraciones compungidas de Esperanza Aguirre. Todo embadurnado no podía cambiar el dial y mientras el locutor describía los detalles de la operación Lezo, me repitía para mí mismo "lo que admita", "lo que admita". ¿Y cuánto admite Esperanza Aguirre? Ella, que le dijo a Manuela Carmena que a la política había que venir llorada.

Tras sumar 35 años de cargos públicos, de haber ganado mil batallas al alcalde Gallardón, cariñosamente apodado en sus palabras como "el hijoputa", de haber sobrevivido a la caída de un helicóptero y al tiroteo de Bombay con tacones y calcetines, al Rincón de Espe y Sara Mago, de darse a la fuga con su bólido y aparcar a su manera en la Gran Vía. La condesa consorte todopoderosa de Madrid, ella, que tiene una contrastada capacidad para descubrir talento ha visto en algo más de un año cómo su mano derecha y su mano izquierda en la Comunidad de Madrid entran en prisión. Habla de "responsabilidad política in vigilando". Todo apunta al ocaso definitivo de aquella política chulapa que convertía sus comparecencias ante la prensa en un chotis. Y pensar que ella destapó la Gürtel.

Las albóndigas fantásticas, pero olvidé poner azafrán.

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