¿Voluntad de cambio?

Sólo el tiempo dirá si Arriola estaba en lo cierto o si parte del electorado popular emigrará a las filas de C's

Dicen que Pedro Arriola, sociólogo de cabecera del Partido Popular desde hace muchos años, asesor tanto del desleal Aznar como después de Rajoy y, parece ser, artífice de buena parte de sus estrategias electorales, mantiene en los últimos tiempos la idea de que buena parte del votante no izquierdista español puede poner a parir a Rajoy, "pero al final no les queda otra que votarle". Hay que reconocer que, seguramente como consecuencia exclusiva de la irrupción de Podemos y el temor a un pacto del PSOE de Pedro Sánchez con ellos, desde el año 2015 hasta hace unos días, aunque se trate de una idea bastante cínica, Arriola estaba en lo cierto. El miedo al abismo podemita y el concepto de voto útil apuntalaba sin mucho riesgo ese voto y así se demostró, pese a una importante bajada electoral, tanto en las elecciones de diciembre de 2015 como en la repetición de las mismas a mediados de 2016.

Si atendemos al balance formulado por el presidente del Gobierno esta semana, parece claro que la tesis de Arriola sigue considerándose perfectamente válida hoy y la impermeabilidad a la censura de la opinión pública y publicada, la ausencia de una mínima autocrítica por algunas de las decisiones tomadas a lo largo del año, principalmente en el asunto catalán, así como la negativa a realizar ningún cambio así lo demuestran. Sólo el tiempo nos dirá si una vez más Arriola estaba en lo cierto o si, como algunas encuestas publicadas estos días auguran, una buena parte del electorado popular emigra a las filas de Ciudadanos: habrá que comprobar si la recuperación económica conseguirá movilizarlo o si en esta ocasión eso no será suficiente, teniendo en cuenta que parte del mérito de esa mejora de la economía no pocos medios de comunicación y opinadores lo atribuirán al apoyo parlamentario de Ciudadanos.

Creo que el PP es, y debe seguir siendo, un partido de gobierno y la referencia electoral de quienes no somos de izquierdas, pero es evidente que hay cada vez más gente, y no creo que mi entorno sea una excepción, que ha abandonado esa idea o se plantea hacerlo, y la fidelidad histórica a unas siglas, las del PP, puede quebrarse, si no hay autocrítica, ésta conduce a rectificar los errores -que los ha habido y gordos- y los principios se defienden sin complejos y no sólo en los programas electorales. Tiempo hay, esperemos que también voluntad.

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