La Venus de Brassempouy no es como las otras de la hora gravetiense, que son explícitas venus de las fecundidades con acento de cadera, volumen mamario y esteatopigia. Brassempouy, marfileña, tiene la nariz egipcia, los ojos como dos nidos secretos y un cuello de levedad y misterio, mientras que Willendorf es una venus rotunda de senos y vulva y Lespugne es romboidal, ambigua y de cabeza de ovoide. Brassempouy es la venus nena de la caperuza, el relámpago paleolítico y las edades del deseo, una venus sin tiempo para el tiempo de los hombres, una venus sin boca para la boca del tiempo, una mujer sin rumbos para las bocas en vilo.

Una venus de silencio y mirada en la incauta fiebre de la sensualidad. Una vez soñé que la Venus de Brassempouy era una diputada autonómica, pero al despertar Juan Pablo Durán seguía ahí. Venus, decía Catulo, se complace en la charla que mucho comunica, pero nuestra amiga de Brassempouy es despiadada en su mutismo, severa en sus desplantes: ha hecho del hermetismo una defensa, una estética y una provocación. Hay un dolor de la venus prehistórica que se parece a la percusión de lo que no pudo ser, a la música de los extravíos, al frío de la renuncia, al musgo de las lejanías. Me asedia la nostalgia, pero como vivo en la ciudad amable de la Andalucía imparable sé cómo combatirla.

Luego vinieron los metales y todo eso y empezó la Historia, que es una cosa que empieza cuando lo dicen los historiadores. Y a la Historia ya pertenece, creemos, la Venus de Lynwood, o sea la Williams, que es todo lo contrario a Willendorf pero que tiene un deje arqueológico para nada enojoso. Es deportista y jugó el otro día una final y se dejó ir como quien se deja llover pensando que está en un tiempo que no es el suyo. Se aprovechó de ello Muguruza, que es hispanovenezolana como va camino de serlo Zapatero.

Queríamos llegar a Zapatero pero no sabíamos cómo, así que hemos utilizado a las venus. Como no ha leído a Emily Dickinson, Zapatero no sabe que "el incendio más grande conocido / ocurre cada tarde". Ocurre en Venezuela, en Brassempouy y en las Andalucías (imparables). Ocurre en el Gravetiense y ahora. A Williams se le incendiaron el brazo y la conciencia y fue una venus decadente en la mineral tarde británica. Zapatero fue un incendio en sí mismo y ahora va de apagafuegos. En toda venus hay esguince e hipnotismo. También decía Dickinson que un sapo puede morir de luz, y no pensaba en Maduro.

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