Las tendillas

Ramiro García Vila

¡Váyase, señora delegada! (I)

SE lo digo con el mismo tono y cordialidad que hubiera utilizado el que entre ustedes es conocido por… "el compañero Felipe". Ouséase: "Sin acritud".

Con "acritud" o sin ella, si sus superiores jerárquicos no la plantan en la mismísima rúa, -en andaluz simplemente "ru"- usted debería abandonar inmediatamente la poltrona política en la que acaba de instalarse cómodamente y dedicarse a otras actividades, más en consonancia con sus conocimientos, aptitudes y actitudes. Digo. Porque no se puede ocupar una butaca de tanta responsabilidad careciendo de conocimientos, como es el caso de la señora delegada.

-Y, ¿de dónde saca el autor de esta columna la… "carencia de conocimientos" que atribuye a la señora Delegada?

No es un invento gratuito: acabo de leer, en este periódico, unas declaraciones suyas en las que, entre otras lindezas dice: "No sé qué finalidad tienen",…

Si la propia delegada declara que "no sabe", al mismo tiempo está proclamando, ella misma, que es una soberana ignorante. Por una razón muy sencilla: porque "no saber" es, sencillamente, "ignorar".

La señora delegada se refiere a los recursos de alzada que la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de alumnos de centros concertados (FAPA-Córdoba) recomienda a los padres que no hayan logrado una plaza en el centro de sus preferencias: "no es la vía más adecuada", dice la señora delegada.

Sinceramente, y… "sin acritud": ¡váyase, señora delegada!. Mire usted: Los padres de alumnos son todos mayorcitos. Saben muy bien cuales son sus derechos. En consecuencia, conocen las… "vías más adecuadas" que pueden utilizar.

De usted, lamento no poder predicar lo mismo. Por un interminable rosario de razones. Por ejemplo:

Usted, señora delegada… de Educación incumple las obligaciones inherentes a su cargo cuando dice a los padres de los alumnos lo que a usted le parece la "vía más adecuada". Gracias por… el consejo. Pero mire: su obligación es otra: informar a los padres sobre los derechos que pueden ejercitar. No dar unos consejos que no han sido pedidos.

En todo caso, creo que la señora delegada no solo incumple sus obligaciones más elementales, sino que, además, incurre en clamorosa imprudencia al emitir opiniones sobre asuntos de los que ella misma declara "no sé que finalidad tienen".

La osadía de la señora Delegada de Educación no se limita a dar consejos a los padres de los alumnos: se desprende que también pretende poner límites nada menos que a la actuación del TSJA. ¡Increíble!, según razonaremos.

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