Las tendillas

Ramiro García Vila

¡Váyase, señora delegada! (II)

NO han sido muchas las intervenciones institucionales de Antonia Reyes desde que arribara a la Delegación de Educación de Córdoba. La verdad es que tampoco anduvo sobrada de tiempo. Eso sí: tiene el mérito de que, el poco de que dispuso, lo aprovechó… la mar de bien.

Dizque lo más importante que se le ha ocurrido nada más ser nombrada fue irse a la Feria de Nuestra Señora de la Salud a golpe de coche oficial.

Un servidor desconoce las razones del garbeo de la señora por el recinto ferial. A lo mejor, es que quería inspeccionar personalmente los botellódromos y adoptar medidas para que la música de las casetas no se subiera de tono, por aquello de que de hay que evitar la contaminación acústica.

Sin embargo, a juicio del autor de esta columna, los susodichos garbeos de la señora delegada importan un bledo a los miembros -y miembras (?)- de la comunidad educativa.

Lo que sí importa es que, según se dice, a la señora delegada apenas se le ha visto el pelo por su despacho oficial durante los días de feria. Sobre todo, interesan -y mucho- a los miembros y miembras (?) de la comunidad educativa las declaraciones de la señora delegada.

En publicación que suscribí anterior a ésta, me referí a una de estas intervenciones en concreto: la que efectuó a propósito del recurso legal presentado por quien estaba legitimado para interponerlo. Dijo: "No es la vía más adecuada".

Da la casualidad de que el recurso en cuestión no sólo fue admitido a trámite, sino que fue resuelto, mediante sentencia, a favor del recurrente. Ello confirma, de manera irrefutable en Derecho, que la vía era "la más adecuada", guste o no a la señora Reyes.

Se infiere, de la susodicha sentencia, que la señora delegada o es una ignorante, o se equivocó, o nos contó una trola. Por ello -sea cual fuere la naturaleza de la metedura de pata- no debería permanecer, ni un minuto más, en el cargo que ostenta. Además, por si la temeraria aseveración no resultara suficientemente ilustrativa, apostilló -después de darnos lecciones acerca de las funciones del TSJA- que una resolución con rango de sentencia (firme) dictada por dicho Tribunal "afecta sólo a un centro".

Ouséase: Según la señora delegada, el derecho a elegir centro, que consagra la Constitución y que reconoce el TSJA es un chiste de ambos institutos. La consecuencia (del chiste) es obvia: Por mor de los iluminados criterios de justicia de la señora delegada, unos miembros y miembras (!) de la comunidad educativa tendrán el privilegio de poder elegir centro. Otros -menos afortunados ellos- carecerán de este Derecho Constitucional. ¡Cuanta ignorancia, señores!

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