Estamos en el último domingo de julio, que en Córdoba y en casi todos sitios es como decir que ya es agosto y que hay que salir corriendo hacia donde sea. Y es que las vacaciones se han convertido no sólo en un periodo de descanso físico y mental, sino de casi desconexión con la realidad, excepto para la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que ha querido la mujer aprovechar políticamente su decisión de no tomar vacaciones este verano. El voto es el voto. En mi caso, reconozco que afronto el mes de agosto con cierta intriga por ver cómo se resuelve uno de los culebrones que tanto gusta a la clase política cordobesa: el Cercanías, también llamado Metrotrén. Y digo que estoy expectante porque tras leer lo acontecido esta semana, mucho me temo que nos quedan unas semanas de ajetreo y seguro que de acusaciones entre unos y otros.

Como hechos probados de los últimos siete días podemos citar algunos. El primero, que el déficit del Cercanías se duplica y se coloca en 2,2 millones de euros por el aumento del canon que Adif debe abonar a Renfe. El segundo, que el portavoz del PP en Capitulares, José María Bellido, se fue a Madrid a reunirse no se sabe muy bien para qué con el director general de Transporte Terrestre del Ministerio de Fomento, Joaquín del Moral, ya que el Gobierno ya había dicho que apoyaba el proyecto. No obstante, parece que los populares quisieron curarse en salud al hablar "del complejo trámite" de declaración de Obligación de Servicio Público para el Cercanías, "que incluye la comprobación de que el proyecto cumple con todos los requisitos técnicos que exigen la normativa española y de la Unión Europea". O sea, que lo ven regular. La venda antes que la herida.

Mientras, la alcaldesa de la ciudad, Isabel Ambrosio, afirma que, si el Cercanías no está para el inicio del curso escolar, en la primera quincena de septiembre, la culpa es de Renfe, una operadora que, según la regidora, necesita unos meses para formar a los conductores en el manejo de este tipo de trenes. El cogobierno municipal asegura que sus deberes están hechos y que, por tanto, no depende de ellos la decisión. Ya está.

Ante este panorama, un servidor piensa que ganas, lo que se dice ganas, de que empiece a funcionar el Cercanías, parece que hay pocas. Uno tiene la sensación de que todos los actores se mueven más por intereses partidarios que por el general y que están en sus cuarteles de verano esperando para señalar al contrario como culpable en cuanto se acumule un retraso o decir aquello de que nosotros ya avisamos. ¿Las razones? Pues cada uno debería ofrecer las suyas, pero tal vez ronde por la mente de algunos el miedo al fracaso o inseguridad. Es una pena que todos traten de eludir responsabilidades, pero esa es la tónica que se ha impuesto en esta Córdoba nuestra, la de andar a trompicones.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios