En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Vacaciones de Verano

Tengo que confesar que no me gustan las vacaciones de verano. Me explico, sí qué me gustan, cómo no me van a gustar, a nadie le amarga un dulce helado [no hay alimento mejor para aliviar unas vacaciones en las que las calles de Córdoba arden al sol de Poniente, como advertía Radio Futura], pero insisto en que no me gustan las vacaciones de verano. Y no me gustan porque es la época en Córdoba -supongo que como en otras ciudades- en la que el bar que sueles frecuentar en tu barrio se tira semanas con el cartel de cerrado -precisamente por vacaciones del personal-, con lo que ese arte de engañar al calor a base de cervezas en su punto de frío no te queda más remedio que, al contrario de lo que ocurre con las hemorroides -que quien las padece está condenado a sufrirlas-, disfrutarlo en soledad mientras esperas que las gotas de sudor se vayan evaporando víctimas de un salvador aire acondicionado.

Tampoco me gustan las vacaciones de verano porque la ciudad parece que ha sido víctima de un apocalipsis zombi -sobre todo en agosto- después de que cientos y cientos de vecinos, por no decir miles, hayan iniciado el esperado éxodo del bikini o el bañador -depende de si eres macho o hembra- para lucir palmito o barriguita de hermafrodito [dícese del hombre que tiene tetas y pito], como buen cordobés en tierras malagueñas [en Fuengirola o Benalmádena, como mínimo]. Muchos de esos cordobeses que se marchan con la santificada idea de desconectar de la rutina suelen convertir esos viajes de más o menos placer en una especie de Gran Hermano particular con Facebook como medio perfecto de emisión. Son los que además de recordarnos en imágenes, como si lo hiciera el mismísimo Georgie Dann, que aquí no hay playa [vaya, vaya] o que hay que ver cómo se está en "el chiringuito, el chiringuito" o echándole leña a "la barbacoa, la barbacoa" para poner en su punto ese espeto o pescaito frito, incitan con esas imágenes y vídeos al mismo tiempo a posibles cacos que descubren que tienen vía libre para desvalijar sus viviendas.

No me gustan las vacaciones de verano, pero venga... voy a quitarme el disfraz de pitufo gruñón para confesar que hay momentos en los que sí me gustan. Y es que no hay nada como esas mágicas noches de cine a la luz de las estrellas o de paseos por la Judería o el resto del Casco Histórico de una ciudad, Córdoba, que -como durante el resto del año- sigue estando preciosa durante las vacaciones de verano.

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