Trincheras

Movimiento extraño el de Pedro García que resume la esencia de estos tiempos de hoy negro y mañana blanco

El tema de la segunda puerta de la Mezquita va dejando ya a sus presuntos vencedores y vencidos, y digo presuntos porque en verdad hablamos de una polémica baldía. Triunfantes parecen sin embargo, más allá del desmán general, las cofradías y la Diócesis, cuyos argumentos contaron con el respaldo de la Unesco y que al final podrán organizar la Semana Santa tal como pretendían. Y tristes y perdidos en su pataleta pueril parecen por contra todos los que de un modo u otro han tratado sin fortuna de ponerle palos a las intenciones de la Iglesia. De entre estos últimos, de entre los frustrados por la cosa esa horrible y deleznable de la realidad, destacan a su vez los que aún hoy, a pesar del aval de la Unesco y de que la licencia ya esté concedida, persisten en la exaltación de la celosía de Rafael de La-Hoz - la que será retirada para abrir la segunda puerta- como una de las siete maravillas del arte universal. Son los mismos en muchos casos que en su día aplaudieron la retirada de las farolas del Puente Romano, pero que hoy cambian la lectura del asunto para ajustarlo a los intereses del frente que hay abierto en la ciudad entre lo que uno ha llamado por aquí, con ironía, como la doble K de kuras y komunistas. Cunde por ello el argumento artificial, el que se hace para justificar la idea final aunque se caiga en la incoherencia, y cunde el olvido selectivo, como en el que ayer incurría el obispo al denunciar las corrupciones del mundo sin mencionar ni un segundo las no pocas corrupciones que han jalonado y jalonan la historia de la Iglesia. La sumisión pues hacia el bando y hacia la voz de la tribu sectaria prevalece aquí por encima de la lealtad a la lucha del individuo en pos de la verdad y de la opinión personal, comprometida con uno mismo y siempre en construcción. En un mundo así, en un mundo dislocado, no resulta por ello extraño que el concejal Pedro García, perdido en tal océano, incurriese ayer en el delito de traicionar a sus socios de gobierno y hacerlos pasar vergüenza al dar a entender que el señor Aumente se ha estado tocando las narices en lo que se refiere a la seguridad de la Semana Santa. Movimiento extraño que resume la esencia de estos tiempos del hoy digo negro y mañana blanco en los que tan difícil resulta construir algo que no sea una oscura trinchera.

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