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Rafael Ruiz

Trabajar más, ganar menos

AL expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, lo detuvieron tal que ayer por, presuntamente, intentar poner a buen recaudo su patrimonio (alzamiento de bienes) en lugares opacos al fisco (blanqueo de capitales) para salvar su magra fortuna, al parecer, de la caída del que fue su imperio turístico, de nombre Marsans. La misma operación policial llamó a la puerta de un empresario llamado Ángel de Cabo, del que ustedes no tienen muchas referencias pero que fue quien adquirió -por medio de sociedades con nombres como Aszendia- empresas en crisis para su liquidación como la muy cercana promotora cordobesa Marín Hillinger o la tan conocida Nueva Rumasa.

Casi tanto como que el Papa se abriera cuenta en Twitter -cosa de lo que hablaremos en otra ocasión, Santidad-, llamó la atención ayer que estas criaturitas a los que le van tan mal las cosas, de acuerdo con los balances de sus empresas o los despidos realizados en ellas, vivieran en ese pedazo de casas que retrataron los camarógrafos. Fue particularmente polémico entre el español medio normal que tuvieran metidos en un tambor viejo de detergente un lingote de oro de kilo y calderilla por valor de 150.000 euros, en el caso de Díaz Ferrán, o un millón en billetes de curso legal en el caso del señor De Cabo, suficiente para comprarse la taquilla completa del Arcángel para el día del Barça.

Ayer mismo, coincidencias de la vida, ese pedazo de ministro de Hacienda del Reino de España llamado Cristóbal anunció que la llamada amnistía fiscal elaborada por el Gobierno popular para hacer cajita se ha quedado en la mitad o menos de lo previsto. Unos 1.200 millones es el dinero ingresado por la vía del paga que no pregunto, lo que viene a significar que 120.000 millones -apenas lo que genera la economía sumergida en dos años- de pasta B han sido legalmente encalados abonando un tercio de lo que tributa un salario medio o la mitad de lo que toca apoquinar al fisco por los ahorros de toda una vida. Lo que no ha dicho el Gobierno, de momento, es de dónde se van a sacar los 1.500 millones de euros que faltarían de entrada para reducir el déficit público. Imaginen, por un momento, que lo van a pagar ustedes. Caliente, caliente.

El señor Díaz Ferrán expresó en sus años de presidencia de la patronal, donde llegó impulsado por cierta funcionaria liberal del Ministerio de Industria y Turismo, que lo que se tenía que hacer aquí es trabajar más y ganar menos. Esfuerzo y sacrificio, valores. Ya puestos, podría haber recomendado el sistema bancario helvético o las inversiones en oro, según parece, inmunes a la crisis económica. España, convertida en letra de un tango. Cambalache, por ejemplo. Qué pena, leche. Qué pena.

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