TODOS conocemos algún local maldito, el típico bajo comercial por el que van pasando los negocios sin que ninguno cuaje. Primero abren allí una mercería, luego una tienda de ropa que dura tres meses, después una peluquería que está un par de años y todavía más tarde el inevitable bar. Al final siempre llega el día en el que se apagan los luminosos y en el escaparate aparece un cartel en el que se lee 'Se alquila'. "Otro que tira la toalla", pensamos, y miramos con cierta ternura al que llega luego y abre allí su negocio, pongamos por caso una pajarería. Damos por hecho que pronto cerrará, pero, sin embargo, con los meses, observamos con sorpresa que comienza a tener éxito. Nos preguntamos: "¿Cómo no se les ocurriría antes vender aquí petirrojos?". Visto así, a posteriori, el triunfo parece incluso fácil, pero qué difícil es. Tipos de esos, de los que ven la oportunidad donde los demás no vemos nada, son los que necesitamos, pero cuán escasos son. Casi ni existen.

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